domingo, 2 de septiembre de 2007

TODOS LOS DOMINGOS DEL AÑO

Me acabo de levantar y ya siento esa agitación tan típica del domingo. No sé qué tiene, pero me produce un inmenso desasosiego. Ya de niña me pasaba. El domingo nos invita a ser profundamente antisociales, incluso, irascibles. Un domingo sólo se entiende con una manta y un montón de viejas películas en blanco y negro sin responder las quejumbrosas preguntas de nadie o escribiendo a puerta cerrada con fondo de jazz y un paquete de Ducados rubio. Pero parece imposible que se cumpla mi sueño de no abrir la boca, porque siempre viene alguien con alguna pregunta estúpida a sacarme de mi estado de hibernación. Tal vez, pase por la página de Santiago; él, tan esperanzado y creyente en el Amor; yo, tan pesimista y descreída. O tal vez, espere que acabe el día enamorándome una vez más de mi poster de Marilyn y comprendiendo que, detrás de la sonrisa de la rubia de oro, siempre era domingo.

1 comentario:

  1. las cosas son verdad en la medida en que creemos en ellas

    te beso

    amor

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