viernes, 4 de diciembre de 2009

DE PUNTILLAS

Hoy quiero pasar por la vida sin hacer ruido. Sin que nadie apenas se dé cuenta de que vivo. Podría quedarme en la cama, pero no puedo dormir. Hace meses que tengo insomnio. Quiero pisar la tierra de puntillas. Que hoy no haya personas en mi mundo. Necesito recogerme y dejar de pensar. Hoy he sido la bella Ofelia ahogada y rodeada de flores con un velo invisible en los ojos. Me he ahogado. Pero estoy resucitando paulatinamente, a medida que tomo conciencia de mi cuerpo a través del tabaco que exhalo con voluptuosidad por la boca y el café maravilloso de la cafetera italiana. Aún no me he vestido. Llevo una bata blanca de raso que era de mi hermana. Debe de tener unos diez años, pero todavía conserva el brillo del principio. Nadie me ha visto. Nadie ha entrado en mi mundo y yo no quiero entrar en el mundo de nadie. Hoy es un día extraño. Me encuentro como fuera de la realidad. Quizá hayan sido las pocas horas de sueño. Mis sueños se han roto como copas llenas de champagne y tengo que ir recogiendo cuidadosamente los pedazos para no cortarme. Cortarse con un trozo de sueño bañado de Moët & Chandon.
Ahora mismo, tirada en el sofá escucho "Preludio a la siesta de un fauno". Me hace recordar "El planeta imaginario" de cuando era niña salvaje e inteligente. No me gusta ir taconeando por la vida, porque me parece una grosería, casi algo obsceno.
Pero no por eso dejo de llevar zapatos de tacón. He llegado al punto de serenidad de mi vida y he comprendido que nada vale la pena. Por qué tanto llorar en silencio. Llorar hay que llorar a gritos hasta que el alma se desate y caiga a nuestros pies como una piedra que llevábamos al costado. Pero hasta para eso, hay que saber hacerlo en silencio y de puntillas. ¿Quién soy? No me preguntes eso, porque ya sabes que no contesto a absurdos.