lunes, 23 de enero de 2012

MALDITA SEA MI ALMA

Me quedo dormida sobre estas cartas viejas
que se han arrugado por culpa de las lágrimas.
Dejo caer mis ojos en profundos borrones de tinta,
que me dicen una y otra vez
que no estás y eres de otra.

Maldita sea mi alma, siempre pecadora.
Soy la mujer malvada que ha creado tu fantasía.
Esa que corre envuelta en seda morada
y abre todas las puertas de la casa como una loca
para encontrar camas vacías y restos de un amor lejano.

Si alguna vez me quisiste, no estuve atenta.
Quizá mi alma y mi cuerpo estaban separados.
La vista puesta en el camino absurdo,
los labios cerrados por pudor o por silencio.
Sólo sé que ahora quiero que me mates.

No me caben más pecados en el puño,
por eso te ruego que acabes ya conmigo y
termine esta tragedia de heroínas amargas.
¿Por qué te empeñaste en hacer carne tu deseo,
si sólo soy una imagen a través de tu cristal?


Ya puedo condenarme por encender tus ojos,
por romper lazos sagrados
e invocar tu nombre cada noche frente al mar.
Maldita sea mi alma,
pero recuerda que tú le diste forma.

Tú me soñaste, tú me diste nombre.
Tú me hiciste mártir y pecadora.
Me envolviste en tus sábanas de cielo.
Recuerda mi nombre antes de dormir:
Soy la mujer que un día creaste.

Lucía de Fraga.






Lucía de Fraga.

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