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sábado, 23 de abril de 2011

NO HAY NADA


No hay nada. Sólo ese silencio que precede a las tragedias.
Yo dibujo niños ahorcados a los tres años.
No hay nada. Sólo silencio.
¿Acaso se le puede pedir algo a la vida?
Sólo que nos dejen en paz camino del último día.

No hay nada. Sólo silencio.
El silencio de los mataderos.
El silencio de los velatorios de cuerpo presente.
La ruina del yo contra el otro en un mutismo revelador
de que realmente no hay vida más allá de los cordones de nuestros zapatos.

Somos soledades compartidas
que tienden a intoxicarse de un yo
que no es más que el reflejo de un muerto en el espejo,
porque ya hemos sido,
ya no somos
y el juego de alteridad
no es más que otra necesidad del hombre
para sentirse menos solo.

No hay nada. Sólo silencio.
Alteridad,
asesinos del ego
en el buen nombre del otro
que creemos que nos ocupa.

Figura sobre fondo.
Animales furibundos en busca
de una carne ajena que devorar.
No hay nada. Sólo silencio.
La commedia è finita.
Que los bailarines se quiten sus máscaras
y clavemos un cuchillo en nuestro brazo...

Veremos cómo la sangre no ha de ser de Otro.

Lucía (de) Fraga.

lunes, 11 de abril de 2011

ESPEJOS CÓNCAVOS



He ido a mirarme en los espejos del callejón del Gato.
Están donde comienza mi cuarto de baño.
Nunca me ha gustado la carnicería,
Ni las vacas descuartizadas del mercado.
Y resulta que hoy me encuentro con que me reflejo en una.

Formas de mujer, geometría del sexo triangular.
Exceso en forma humana por un ojo miópico y miserable.
Yo adoraba el sexo de los ángeles
Y la escuálida figura que me devolvía una replicante.
Ahora no soy más que un montón de carne.

Malditos sean los reflejos censurables.
Maldita sea mi carne de hembra rotunda.
Yo adoraba el sexo de los ángeles
Y a la diminuta mujer con que el tiempo se ha ensañado.
¿Dónde está mi desnudez líquida y angélica?

El gran ojo del hombre, contempla a la mujer de anchas caderas.
Reflejo irreverente de la mujer que fui.
Realidad deforme y deformada.
Máscara obscena del alma encorsetada.
Maldito sea la retina de curvatura cóncava.

Lucía (de) Fraga.

jueves, 7 de abril de 2011

QUE YA NO ESTÁS


Dejaste una nota de despedida sobre
El imán de los zuecos holandeses.
Allí en la nevera.
Borraste toda huella de ti
Y te llevaste todo lo que me habías dado:
La alegría, el amor,
algunos libros robados y mis cedés de Charlie Parker.

Desde que te has ido, todos los días parecen lunes.
El tedio del domingo lo guardo con mi ginebra
Con la que ahora hago piruetas suicidas con una sola mano.
Cada noche es de domingo y alcohol;
El resto de la semana, de bebidas espirituosas
Y todos los días de malditos llantos y porqués.

Cerraste la puerta de un golpe que ha agrietado
Las paredes del salón y las galerías de mi alma.
Ahora ya sólo soy una vieja con un triste gato de porcelana.
¿Por qué me arrancaste las manos aquella noche?
Ya todo tiene respuesta: amor de suela gastada y otra carne fresca.
Y te llevaste todo lo que me habías dado:
El coñazo y tus gayumbos de hortera.