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sábado, 10 de marzo de 2012

TEN PIEDAD DE MÍ

Ten Piedad de mí.
Sólo soy la misma de siempre,
que reclama tu compasión
con una oración gastada,
vacía y torpe, con palabras manidas.

Dame la Paz que nunca he tenido.
Ésa que siempre me ha esquivado,
aunque no soportes ni un minuto más
mis lamentos ni sientas ningún tipo de conmiseración.
Hace tiempo que mi voz se pierde entre los que gritan.

Ten Piedad de mí,
de este cuerpo lacerado de llagas abiertas,
Y por muy cansado que estés,
vuelve a mirarme a los ojos.
Dame algo nuevo en qué creer:
que se jodan todas las historias que nos contaron.


Dame el Descanso Eterno,
a pesar de las absoluciones que me hayas otorgado,
por mucho que mi rosario de espinas
te abra la carne y desees mi silencio más íntimo.
Quiero borrar de una vez todas las mentiras.

Nacimos en un mundo donde todo era pecado
y sólo las niñas apacibles y buenas iban al cielo.
Yo, que ni fui ni soy apacible y buena
he descubierto lo que oculta la piel de Dios:
el deseo, el placer, la emoción, los gemidos...

Dámelo, Tú.
Tú, mi Dios en este Mundo que se derrumba.
Dame ese último beso invisible
con el que cerrar los párpados de golpe
cuando todo acabe y estemos otra vez desnudos,
hombres y mujeres,
delante del Dios que no inventó el infierno.

Lucía de Fraga.