jueves, 27 de septiembre de 2007

HOTELES

¿TE APETECE SUBIR?

Soy lo suficientemente ingenua como para creer

Que las camas sólo son para dormir,

Pero también lo bastante zorra como para saber

Que no tienes sueño.

LA BELLEZA TOXICA

El aroma de un poema es un gas lacrimógeno que incendia los ojos.

Por eso cada noche siembro versos de amor que te hacen llorar.

Me acerco a tu cama y te miro de rodillas

Con la misma ternura que pondría una madre suicida.

“Al amanecer seguiré a tu lado

Y haré un barco de papel

con todas mis promesas incumplidas”.

Aunque la madrugada se me caiga de los brazos

Y ya no me queden palabras con las que remendarte el corazón,

Daré alimento a tu sueño con un campo de venas azules.

martes, 25 de septiembre de 2007

DAR A TU PIE CAMINO

el beso, Gustav Klimt

La soledad no se ve, ni se toca,

Pero tiene el olor inaguantable de la leche cortada

Y la caricia heredada de la aguja.

Por eso te busco,

Aquí, sola

con la ceguera del dedo torpe

Por todas las esquinas de mi cuerpo

Sobre un mapa de ausencias esperables.

La pared se vuelve sendero hacia la carne

Y , apenas, se distinguen ya

Cemento y piel marchita.

Las brújulas que corren por mi garganta

Me hablan en la extraña lengua

De las piedras blancas

Con las que me lleno los bolsillos,

Tratando de arrancarle a la tierra perezosa

Algo tuyo.

Alumbraré al hijo fruto de la piedra

Y juntos daremos camino

A tu pie indeciso.

jueves, 20 de septiembre de 2007

PINTURA Y POESÍA

El cuadro de Goya acompaña a los poemas Nostalgia del acero (Sección II)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

SATURNO DEVORANDO A SU HIJO (GOYA)


NOSTALGIA DEL ACERO (SECCIÓN II)

LA ÚLTIMA CONDENA

Necesito darme reposo,

Acallar los alaridos

Que salen de las bocas incendiadas

De mi cerebro.

No quiero ver más niños muertos.

No más cuerpos languideciendo entre mis brazos.

Ni un solo suspiro más

para decir adiós

Y dejar la puerta entornada.

Jamás seré una buena madre.

Por mucho que busque al hijo

que se me ha perdido.

Desconozco el pecado.

Estará descalzo y solo,

Caminando por la orilla trágica

de algún río.

Arráncame de una vez esta piel de virgen mutilada.

Haz crecer latidos en la carne abierta.

Absuélveme de este cuerpo inútil

Que no engendra más que muerte.

Desnuda,

Comiendo la sal del mar a puñados,

Con la ceguera de la carcajada histérica,

Mastico tierra, barro y cadáver que tanto amé

Para devolver al niño a su primera cuna.

Desafío a Dios y a todos los Infiernos,

Alzo mi mano ensangrentada contra todos

Con la promesa firme de daros muerte,

Aunque ésta sea mi última condena.


NIÑAS ROTAS

Yo he visto miserias que tú ni siquiera adivinarías,

La tragedia de las niñas rotas

Que juegan en silencio

A ser pequeñas madres.

Niñas que cierran los brazos

Para que nadie vea sus heridas

Ni descubra que la muñeca tiene un cuerpo debajo del trapo.

Son las múltiples madres silenciosas

Que rondan mi cama cada noche

Para que sus gritos no me dejen dormir.


LA CEGUERA DE TU MANO

De vez en cuando, hago que estoy ciega.

Mis dedos se convierten

en buscadores de relieves familiares

y escucho la voz de mi padre

que me llama por mi nombre,

sin confundirme con mis hermanas.

Y Mi cuerpo es un trozo de barro

Que modela tu boca.

Pero la oscuridad de mi noche oculta un abrazo perverso que me tapa los ojos

Y también me deja sorda y sin voz

Para que no te oiga,

para que no me oigas.

Y el cuerpo se deshace, se va perdiendo

Y la ceguera es la costumbre de tu mano

Para no vernos más.


APOSTAR UN LATIDO

Si tuviera que apostar un latido,

Sería porque el tiempo se vuelve alimento de polillas.

Pero adoro el encanto suicida

De las jugadas con pérdida segura.

Cortar la baraja con mi mano de cuervo

Es esconder el secreto de mármoles aún vacíos.

Así me distraigo con tu ojo,

Clavo roto que quiere atravesarme,

Monóculo herido por una garra invisible.

Y nada sabes:

Destino del cuerpo,

Huesos que entrechocan,

Canciones lujuriosas de la aurora negra.

Me gusta la inocencia del que apuesta la vida

-sin saber que ya ha perdido todo de antemano-

y pide como un niño un préstamo a los amigos.

Para qué apostar la entraña,

Si puedo hacer la carne hermosa

llamándola “latido”


SUICIDIOS MATINALES

Hay mañanas en las que levantarse de la cama es un suicidio.

Yo he tenido un patio de armas dentro del cuarto de baño.

Abandoné muy pronto los peines y cambié los cepillos

por cuchillas que me acariciaban el estómago.

Nadie sabe que yo he amado mi cadáver con devoción.

Aquellas tardes de castigo me vuelven a la cabeza

con un fuerte olor a pintura.

El cuerpo anunciaba las carencias de la carne

y teñía mis ojeras con misticismo teresiano.

El bolígrafo describía la órbita espacial sobre un campo de venas azules.

Nunca el desprecio fue mejor aliado del arte de amar.

Cuando el silencio es luz blanca,

la boca que besa es la boca que devora.

El tiempo deja de ser contención de latidos y minutos,

Porque da paso a la era de la muerte analgésica.

Dios tiene la extraña cualidad de hacerse desear,

alguna que otra noche que el cielo rompe en llamas.


DESNUDA FRENTE AL ESPEJO

Contemplo entre sombras

a la mujer de los ojos inyectados en sangre.

Su cuerpo emerge de las ruinas

de un paraíso Que huele a hospital.

Me sonríe obscena,

Sujetándose las caderas.

Me muestra el blanco histérico de su sonrisa

Y me reclama con las manos,

Porque me quiere tocar.

Intenta perforar mi vientre,

escarba con las uñas,

mientras me parte una sacudida

que es náusea del alma.

He visto vacas descuartizadas en el mercado

Y mujeres desnudas en el cine,

Lo que mi cerebro no se atreve a mirar

Es el cuerpo dolorido de una niña que todavía grita.


CARNE DE MI CARNE

La luz es tan blanca que me deja sin ojos.

Me adormezco

Entre la lujuria aséptica de las batas

Y el olor a alcohol

Que emborracha mi pituitaria.

Pero la boca me sabe a sangre

Y todo mi cadáver

es el miembro fantasma

de un mutilado.

Lloro a gritos,

sin lágrimas,

sin voces.

Con la cara deformada entre las manos.

Huyendo de espejos que me retratan.

Pero esa criatura

que tus ojos repudian

es la carne de mi carne.

Esa carne soy yo.


lunes, 17 de septiembre de 2007

CUARTO DE HOTEL

La músia sonaba cerca de mi ventana e incluso podía escuchar las conversaciones de la boda que estaban celebrando en el restaurante del hotel. Yo, a oscuras, veía un documental sobre la transición española de Victoria Prego y fumaba medio tendida en la cama, como medio recorte de mujer que la luz parpadenate del televisor atravesaba en blanco y negro. Fumaba con desaire,sobre la cama con la ropa interior y las medias aún puestas y sin desmaquillar. Venía de una boda. Sólo me apetecía remolonear sobre la cama como una gata y que alguien me acariase el lomo. Estaba hecha añicos. Las parejas se habían ido a consumar su amor, mientras yo me consumía de angustia, sola y deseosa de ser abrazada. Comencé a catalogar qué tipos de personas solitarias habrían pasado por aquella habitación. Pero me aburrí y empecé a pensar en Hopper. Qué soledad más sombría la de una habitación sencilla donde no funciona la llave de la luz. Empecé a caminar por la habitación buscando un círculo perfecto donde meterme dentro para estar a salvo de mis especulaciones, perocuando el corazón late a ritmo de Miles davis no puedes escapar de tí. Pensé por un momento en sentirme dichosa y lo conseguí.Qué importancia tiene que unos hagan el amor si yo tengo el amor de la palabra. Me sentí desnuda,como la mujer de Hopper en su Cuarto de Hotel. Al fin y al cabo,habíamos venido a divertirnos y yo había ido a comprobar que era la más infeliz,pero tengo la palabra.Mirando para el tubo de neón estropeado,pensé que el amor es como la mariposa y la lámpara,que si es muy absorbente te consumes en él. Y yo me quiero consumir,pero lentamente,en un fundido en negro que me una para siempre en el amor divino.