martes, 20 de abril de 2010

TIERRA

Paseo con las piernas de chicle por un parque marchito que se le ha olvidado al Ayuntamiento. Las verjas oxidadas están cubiertas de hiedra trepadora y arbustos. Un perro ciego me huele y se me acerca. Mal lazarillo sería yo que tengo ciegos los ojos de las entrañas. Acaricio al animal y nos sentamos, tal vez un buen momento para "Adagio" de Albinioni.
Un fuerte olor a lejía me irrita la pituititaria y me hace llorar. Tengo el corazón marchito y otoños y otoños pueblan mi alma como en una pesadilla inexplicable. Sólo me quedan un lápiz, tres pitillos y una moneda monegasca que encontré en el suelo.
El perro es un saco de huesos yo uno de desilusiones y pérdidas. Se marcha con la cabeza erguida, oliendo la tierra del morro. Yo quisiera hurgar en la tierra, cavar una fosay dejarme dormir en ella. ¿Qué soy más que una muerta en vida?

viernes, 16 de abril de 2010

DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

De nada me sirve ya rezar. Mis pecados me han condenado. No existe la salvación y yo, aquí, acurrucada tejo oraciones extrañas en una lengua y un credo que me es ajeno. Dios se ha ido con la Conferencia Episcopal y se ha olvidado de los que tenemos los pies llenos de arena de tanto buscar en el desierto. De qué me sirve rezar. El vino se ha vuelto agrio y la hiedra oculta Santiago. Corté mis cabellos como ofrenda y nadie vino a recogerlos. Planté semillas de esperanza en la tierra estéril y nada germinó. Escribo como una beata enferma de melancolía y nadie sabe que por las noches bebo largos vasos de whisky en los que perderme para recobrar una risa histérica que se funde con "Porgy & Bess" y yo me diluye como el hielo en la copa buscando noches más alegres. De qué me sirve rezar. Me robó la inocencia un golpe de viento y mis ilusiones quedaron empapadas como papel en un charco. ¿En qué oficina se reclama la inocencia robada? He crecido sin mis "pensamientos alegres" y, sin embargo, he volado de horror. El miedo te dispara como una bala al aire, pero nadie te prepara para la caída. De qué me sirve rezar, si Dios está echando una partida de pócker con el diablo y sabe que va a ganar esta mano. Me pregunto qué se apuestan: ¿mi vida?, ¿mi alma?, ¿mi muerte? Lo que no saben es que yo juego al pócker con la muerte y voy perdiendo todas las cartas...

lunes, 29 de marzo de 2010

(Couceiro-Bueno, J. C. EUROPA ANTE SÍ MISMA, Biblioteca Nueva, 2010).

Tratando de descubrir cuál es esa doncella fenicia que Zeus raptó transformado en toro, suena a lo lejos, más allá de mi ventana, unos veros alemanes que dicen “O Freunde, nicht diese Töne” y mi cuerpo se estremece al volver a escuchar el Himno a la Alegría, que se dispersa y crece en cuellos y voces. ¡Corre, corre!, Bella Europa, no seas cautiva del dios lascivo.
Todo permanece en calma ahora. La otra Europa, peina sus cabellos y se desnuda ante el gran espejo del mundo, contemplando su cuerpo cuajada de pueblos y naciones en un devenir de razas y religiones, porque Europa es ajena a sí misma; quitémosle la venda de los ojos y que su cuerpo hable con su cuerpo, que se descubra a sí misma en un monólogo interno y recuerde el pasado. Ha de mirarse a sí misma para poder verse en el “otro” del que se nutre o si no, el desnudo delante del gran espejo del mundo sólo descubrirá su amarga calavera y, entre “un ser y no ser”, será suyo y no del pobre Yorik el cráneo que sustente, acuciada por el péndulo del vil metal del capitalismo que se cierne sobre su cabeza como una guillotina presta a soltar la cuerda.
La mirada en el “otro”, la aceptación como propia de la radical diferencia y la influencia oriental son el antídoto contra la disolución de una Europa madre de la Filosofía. Hermana, esposa y amante, en su papel de madre guarda el gran legado sin el cual estaríamos ante su ocaso. Europa ha de ratificar las cualidades que la determinan frente a su propia existencia. La mirada del “otro” no es impasible, sino que interactúa con los ojos de nuestro continente y, desde la distancia, le hacen tomar autocrítica.
Poetas, músicos, escultores, pintores, arquitectos que se alcen de sus ennegrecidas tumbas y entonen el verso de la novena de Beethoven “O Freunde, nicht diese Töne”. Como el sordo maestro triunfó en su estreno y vibró el teatro en su día, que la voz de la Bella Europa ahuyente al lascivo toro plutócrata e inhóspito.
Lucía Fraga

Comentario: Lucía Fraga.
Revisión del texto: Juan Carlos Couceiro Bueno.

miércoles, 17 de marzo de 2010

DE VUELTA A LA NIÑEZ

Nací cuando nadie me esperaba, pero mi nacimiento fue una fiesta que duró mucho tiempo. Tampoco fui una niña normal; aprendí a hablar a los nueve meses y a los 14 ya mantenía largas conversaciones. Nacida en un ambiente de cultura, donde predominaba la música y la lectura, pronto desarrollé mis cualidades intelectuales. Lo que no puedo negar es que era de genio vivo y encendido, lo que en mi primera infancia me acarrearía más de un problema con alguna profesora amargada que no entendía cómo era posible una niña que nunca tuviera mocos nunca, porque me sonaba perfectamente, tenía una locuacidad y un vocabulario inaudito para mi edad y me desenvolvía con mayor eficacia que muchos de los políticos de nuestro tiempo.
Me veo ahora y no soy ni la sombra de lo que fui. ¿Por qué tenemos que crecer? Miedo a la madurez. Miedo a los trenes que han pasado de largo. Miedo, en suma, a la Vida. Al mundo genitalizado. A los hombres y a las mujeres. Ser mujer es una carga peligrosa con la que no pueden mis brazos de niña de cinco años. La vida me disfraza con zapatos y vestidos grandes. Con el rojo mal pintado en los labios y un montón de cuentas de colores al cuello. He crecido, me “he hecho mayor”, adulta. Hace tiempo que se me permite fumar y beber. Pero yo sigo sola en el mismo cuarto, donde comprendí que mis amigos me habían abandonado, leyendo a los Rusos y a Galdós. Avejentándome como un paquete de tabaco vacío y tirado en la calle durante meses, haciendo y deshaciendo el manto de Penélope con mis años. Hay años dulces, pero los hay tan perversos como una jauría de perros devorando a un niño.

sábado, 13 de marzo de 2010

YA NADA IMPORTA

El número uno no existe. Es una entelequia inventada por el ser humano para intentar "sublimarse" y lo bello y sublime habita en otros lugares, apenas conocidos. Ya nada tiene importancia, cuando somos conscientes de la muerte y de que, gusanos e insectos serán los últimos compañeros. El número uno no existe. Todos somos corderos en el mismo redil derechitos al matadero. Qué importa de la vida, cuando le hemos quitado la careta y hemos descubierto su amarga calavera. Por mi parte, le devuelvo todas las promesas y los sueños que se han roto. No existe el número uno. Los niños lloran al nacer,porque mediante una inteligencia instantánea, después del parto, saben que vienen a morir. Mañana siempre es un día menos en este carnaval obsceno donde se promete la eterna juventud con colágeno y ácido hialurónico. Todo está en venta, señores. Aunque rueden cabezas y la gente se tire de las ventanas, ayer y hoy como en el crack del 29, "apueste, Señor, y será suyo", "¿Alguien da más?". El número uno no existe. Yo te devuelvo todos los boletos, existencia, porque nunca fui de apostar. Dame un revólver y te amaré hasta que muera. Será un amor corto, pero intenso. Un amor de cine clásico, un amor de Michael Curtiz. Ya nada importa.

miércoles, 10 de marzo de 2010

LA BELLA MISERIA

Se tiñó el pelo de negro, porque no podía mantener su melena rubia e ir cada quince días a la peluquería. Cuando llegó a casa, tenía una nota en la que ponía "el banco te ha devuelto todos los recibos", la letra era de Michel. Apenas pudo probar bocado. Dejó que el teléfono sonora, mientras tomaba un café y luego lo desconectó. Estuvo fumando en el balcón ensimismada como si le hubieran dado con una piedra en la cabeza. Tenía tantos problemas que ya no podía pensar en nada. Estaba acabada y sin un duro. Días antes la habían despedido como cantante de "El loro azul". Ya no le interesaba un visado para Lisboa, podía morirse en Marruecos. Sabía que Rick no la contrataría, porque solía beber, y no poco, con los clientes. Ya no tendría que soportar que el Capitán Renau le tocara las piernas por debajo de la mesa. Era tan hermosa como desafortunada. De todos modos, aunque ella sabía que aquello tenía un nombre, iría esa noche a Rick's para ver si caía algún oficial de botas relucientes. Si su madre levantara la cabeza, volvería a morirse.
Llegada la noche, se vistió de gala y se puso los pendientes de su abuela, no quería parecer una vulgar fulana. Se sentaría en la barra y pediría cóctel de champán o, tal vez, entraría en la sala de juego a animar a cualquier pelele con dinero y buena racha. Rick la miró sorprendido y le preguntó con los ojos que qué hacía allí: "Un poco de diversión no viene mal, de vez en cuando"-dijo. Él no la creyó y por el color vidrioso de sus ojos, a punto de llorar, entendió de qué diversión se trataba.
Se fue al tocador a eliminar las lágrimas prestas a salir y se pintó los labios. Estaba decidida. Se iría a la cama con algún jugador para celebrar el éxito de la ruleta y le robaría el dinero. Era una chica temerosa de Dios, pero creía que Dios se había olvidado de ella en Marruecos.
Cogió su bolso y se miró al espejo, con una sensación entre pena y asco, se quedó allí, mientras rezaba un Ave María, terminó su copa en la barra y se fue al reservado de juego.
Le abrieron la puerta sin pedir explicaciones, porque Alí, el portero, sabía que no tenía un pavo para apostar.
Parecía que la noche sonreía a un banquero maduro rodeado por la multitud. Se sentó frente a él y le dijo "suerte, aunque creo que no la necesita". Enseguida le pidió que se sentara a su lado. Algunas chicas estaban molestas. Pero ella tenía otro cócotel de champán en la mano y no le importaba otra cosa.
El banquero seguía ganando y le pasaba el brazo por la espalda. Le decía al oído que esa noche la iba a cubrir de oro. Ella reía sin ganas, muy metida en su papel y brindaba cada vez que la apuesta era favorable. La ruleta comenzaba a moverse en su cabeza; estaba bebida, pero controlaba la situación. Cuando la bola volvió a caer en el 17 negro, ella le susurró al oído:"Esta noche te voy a hacer el hombre más feliz del mundo".

jueves, 4 de marzo de 2010

LA "OTRA"

Estoy cansada de que siempre me digas lo mismo:"que ésta es la ultima vez", "que vas a dejar a tu mujer de una vez por todas". Las cosas ya no se arreglan con unas rosas enviadas a mi oficina con tarjetita. Ya no hacemos el amor como antes, sólo discutimos de nuestra relación y de que yo no pido nada que tú no me hayas garantizado. La ibas a dejar el año pasado y todavía sigues con ella. A tí la excusa de los niños no te sirve, porque no los tienes. ¿Qué es eso tan fuerte que todavía te une a ella? Si llegas a mi casa y no haces otra cosa que beber whisky y quejarte de ella.
Cuando te conocí, pasabáis "un mal momento" y no me quise hacer ilusiones, por eso no te llamé y esperé a que lo hicieras tú. Que todo se había acabado, que ibáis a romper definitivamente, que estabas harto de contemplar los caprichos de una niña grande...No sé si es que la amas todavía o si eres un cobarde. Ella ya sabe demasiado bien que te ves con otra mujer. ¿Te crees, acaso, que es estúpida? Mira, chico, si te cuesta tanto dar el paso, sigue tu camino que yo seguiré el mío. Nuestra relación comenzará a caerse en pedazos y nos cansaremos el uno del otro y yo no estoy para perder el tiempo.
Déjate de flores, déjate de regalos caros y hazme el favor de decidirte antes de que me arrepienta la espera.
Sí, es cierto que hemos pasado buenos momentos juntos, pero yo no puedo vivir de recuerdos, necesito Vida, te necesito a tí.
En el fondo, quisiera dejarte tirado en la estacada, pero siempre terminas convenciéndome y creo a pie juntillas que le darás un ultimatum a tu mujer. Pero siempre llegas languideciendo con la misma historia de siempre, "te juro que mañana la dejo". Ésta es nuestra última noche, si no cumples tu palabra. Riégala con champán y ponme de buen humor. Cocina algo ligero y entonces hablaremos, hablaremos, hablaremos...