sábado, 2 de agosto de 2014

SÓLO DE CARNE Y HUESO



SÓLO DE CARNE Y HUESO

MANTENEMOS nuestras facultades mentales,
pero, apenas ya, somos seres humanos.
nos queda la carne y el hueso,
-cáscara primera-,
de la que nos desharemos llegado el día.

Tengo sensaciones, no sentimientos.
He perdido mi capacidad para amar y desamar.
Mi cuerpo es una Tábula Rasa
y entre las piernas oculto el sexo de los ángeles.

Ya no somos más que seres humanos huecos
invadidos por el arte de la belleza y el horror.
Extraña conjunción concebida por Rilke
para los artistas, hermosos y fracasados.

No entiendo más significado que el de la Sublimación,
El Arte por el Arte,
la muerte que vendrá para finalizar esta obra incompleta:
yo a punto de caer rendida al suelo.
¿Qué nos queda de la Vida?

Un pedazo de carne y obras por hacer.
El éxito no existe, es sólo una falacia
para quienes creen en las siete Musas mustias,
pero tan sólo llevan un cuerpo a su cargo.

Lucía de Fraga. ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)
Para quienes deseen adquirir un ejemplar: libreria@polibea.com

jueves, 24 de julio de 2014

SINFONÍA DE MUTUO ACUERDO ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)


SINFONÍA DE MUTUO ACUERDO 
("Las esferas celestes", Polibea, 2014)

(Primer movimiento "ad libitum")

ANOCHECÍA tu cuerpo que ya no era tu cuerpo,
en un delicioso sueño en el que habíamos dejado de ser
dos desconocidos con ganas de olvidar.
Sólo la noche era capaz de escuchar nuestros latidos
y nos deshicimos por un momento del infierno.

Al principio nos comportamos como dos adultos cuerdos,
pero habitaba en nosotros un intenso dolor que nos
reclamaba.
yo ya no tenía nada que perder y tú... quién sabe,
si un hogar, la soledad o, simplemente, el miedo.

Así que empezamos a anochecer.
nos secamos las lágrimas con nuestros propios cuerpos,
abrazados tan fuertemente que nada ni nadie podía
despegarnos.

Mi sonrisa avergonzada incendió la noche
y tú me devolviste al primer día de mi vida.
Allí no había nadie, tan sólo un cuerpo con dos almas.
Por un instante el mundo entero desapareció
y se fueron tras él demonios y fantasmas.



(Segundo movimiento "bisbigliando in crescendo")

ANOCHECÍA entre tus brazos y tus besos callados.
ya no teníamos adónde ir y por fin el tiempo se agotaba.
no podíamos decir “Adiós” a una vida que nunca
conocimos.

Contuve la respiración.
El dolor físico dura tan sólo un momento.
Lo que nunca se cura es el dolor del alma.
nos agarramos fuertemente de la mano.

Anochecía.
Anochecía un vals infinito entre la luna y los espejos.
Languidecíamos.
Favor por favor.

Silencio súbito tras el sonido escalofriante de un
quebrar de huesos.
Favor por favor.
Me precipité sobre ti según lo pactado.

Yo veía estrellas. Tú aún no me habías dado alcance.
Me cerraste los ojos y me cubriste con la sábana.
Te parecí todavía más hermosa.
Vinieron más estrellas. Tú también las veías.

Lucía de Fraga.

viernes, 18 de julio de 2014

OLIMPO DE HORMIGÓN ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)


OLIMPO DE HORMIGÓN
Al novelista y amigo José Vicente Pascual,
gran conocedor de la Vida
SÓLO las mariposas más crueles revolotean por aquí.
Alguien llora escondido en el Olimpo esta noche.
Quizá algún dios desafortunado ha perdido los favores de Venus.
Sacrificaré en su nombre una pareja de palomas blancas.

En breve desaparecerán las carcajadas obscenas
de todos cuantos celebraban la cómica lujuria
enredada del burlado e incompleto esposo de la Fragua.
Apolo y Dafne follan sobre un raído colchón
en una casa okupa donde Zeus se cepilla a Leda.

El ávido cisne que a la doncella más virtuosa
ha desgarrado su translúcido himen de mártir.
Entre condones usados, jeringuillas rotas y venas
quemadas, “él” sólo responde a las metamorfosis
que adoptan en cualquier forma animal sus instintos
genitalizados.

Pero que despierte Baco y nos embriague con su vino
de viñas agrias en tetra-bricks baratos de venta en
bazares chinos y licorerías clandestinas de callejón sucio.
Divino sabor el de las lágrimas mezcladas con la derrota.

El suelo se cubre de sangre en este Olimpo de
hormigón y miseria.
“Sangre de la Alianza, nueva y Eterna” que unge
nuestros pechos de héroes de papel: no hay nada más que Mito y Logos.

El cielo se cubre con un gesto violento
del airado Griego “Amontonador de nubes”.
ya nadie retoza entre los rosados brazos de la Aurora.
ya nadie canta en el Templo de los dioses.

Nadie acerca ya el néctar a sus labios.
Sólo se bebe la sangre del enemigo y se revuelve
en las basuras en busca de Ambrosía.

De los dioses sólo permanecerán sus pedestales de mármol.

Lucía de Fraga.

domingo, 13 de julio de 2014

LA HIJA DE ATLAS ("Nostalgia del acero", Follas Novas, 1996)


SOY TÚ

A veces me meto las manos en los bolsillos
Y camino como un gran señor,
Pero me duele tanto la espalda
Que ni Atlas podría llevar semejante carga.

Busco unos zapatos que caminen por mi,
Un mapa que me indique dónde estoy
Y una dirección a la izquierda para volver a casa.

Me pesan todas las generaciones,
Las pasadas y las que están por venir
¿Qué es el honor?-me pregunta mi hija pequeña.
El honor no es un apellido,
No está en un escudo de armas oxidado,
En almas que se venden a la galería.

Hay noches que no puedo dormir.
La vida ha multiplicado por cinco
Mis preocupaciones,
Por más que he cumplido a rajatabla
Como padre, como marido, como hombre.

¿Qué se me ha devuelto de tantos desvelos?
Todos son malos pagadores, porque olvidan.
Yo, que tuve fuerza para levantarlos a todos,
Que fui el abanderado de todas las causas perdidas,
Ahora soy la causa por la que nadie quiere perder.

Y salgo de esa piel dolorida,
Después de tanto sufrir en silencio.


¿De qué nos ha servido?


Ser un gran señor

ya no es prerrogativa de nada.

Lucía de Fraga.

martes, 8 de julio de 2014

PRÓFUGOS

PRÓFUGOS



¿POR qué huisteis aquel día? o ¿fue de noche?
ni siquiera la peste os habría llevado tan lejos.
Una vez compartimos un mismo Credo,
una misma religión que no entendía de dioses,

sino de hombres, de una Tierra nueva, del Universo.
Todos éramos estrellas en un mismo cielo
y comíamos el pan con el que nos enjugábamos
unos a otros las lágrimas fuera cual fuera su signo.

hinqué de rodillas con los brazos en Cruz
y permanecí inmóvil con los ojos clavados en el Sol.
Se laceró mi carne y mis manos lloraron enrojecidas.
Cuando me quise levantar, mis piernas no respondieron.

Me precipité sobre la tierra húmeda de mi propia fosa.
Tuve que reptar con los ojos cauterizados entre cadáveres
que no dejaban de gritar entre risas histéricas vuestros
nombres.

Alguien me dejó en una cuneta y todavía sigo ahí.
Siento cómo me devoran los gusanos blancos
de un acordeón de piel humana que se descompone
entre octavas disonantes y carne pútrida.

Dejad, al menos, que suene su lamento elástico
y esta Voz que ya no podréis callar:
La mía.

Lucía de Fraga ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)
Si desea adquirir el libro, diríjase a libreria@polibea.com



sábado, 14 de junio de 2014

ESE DÍA



El día que yo grite
hasta los cuervos perderán las alas
y no tendréis asideros a los que sujetaros.

Ese día,
el día que infle mis abotargados pulmones de nicotina
con todo ese aire cavernoso de las bocas de alquitrán,

la tierra se abrirá en miles de grietas sedientas
que os devorarán eternamente en un disonante Infierno Musical,
mientras del estallido de vuestros tímpanos cuelguen bonitas lenguas rojas.

Ese día
ni Munch tendrá manos suficientes para tapar
la demencia de los oídos en colores y cuerpos descompuestos.


Lucía de Fraga


martes, 10 de junio de 2014

LEDA ATÓNITA

TENGO las piernas manchadas de sangre
y un estupor de alas dentro de mi vientre.
El lascivo animal me poseyó aquí tirada,
mientras mi sexo ensangrentado y aún doliente
se cubre de plumas y un intenso olor a templo.

El dios del Olimpo ha venido transformado
y hasta el aire se somete y todo lo inunda su divina
presencia.

Un bello cisne se acercó a mis manos puras y entre juegos,
cantos y guirnaldas estiró su sedoso cuello hasta mis
muslos.

Mas sus alas me atraparon en un abrazo infinito del
que presa de picotazos fue mi más íntimo tallo
vencido en su sed.

Sentí un agudo dolor de aguja y caí desmadejada
entre la humillación y cierto deseo extraño que brilló
fugazmente.

Sus alas acariciaron entonces mi cuerpo inerte y
entreabierto.

YO soy Leda, la poseída por Zeus encarnado en Ave,
el que ahora se recuesta en mi pecho y duerme sosegado;
el símbolo desconocedor de Darío al que han de llegar
otros tiempos

en los que se anuncie su caída, no en el Olimpo que
soñamos
eterno e inmutable en las mentes—,
sino en la tierra de los hombres...
que le torcerán el cuello al cisne.

(Lucía de Fraga, Las Esferas Celestes, Polibea, 2014)