domingo, 14 de diciembre de 2008

UNA COPA DE VINO

Hoy ha sido un día nefasto. Necesito una copa de Terras Gauda. La chica delgaducha no cumple su cometido. No me concentro. No sé qué me pasa. Necesito un Terras Gauda y sofá. "Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas". e.e.cummings resuena en mi cabeza. Que ya se acabó. Que esa historia ya "es Historia". Por mucho que suene Chelsea Hotel nº2 en mi reproductor. Paladeo el último café del día, mientras tú sueñas con bellas Beatrices. Ya sé que ya no soy ninguna nínfula nabokovkiana, que estoy a punto de cumplir la treintena y que todavía no me comporto como una mujer. No me dejaron ser niña ni quiero ser mujer. Estoy de año sabático en Nunca Jamás. Es peligroso ese mundo de "hombres y mujeres". Me consuela mi adorada asexualidad angélica que me confiere la delgadez. Pero todavía no me siento con las armas cargadas para salir al mundo real. Nunca seré una mujer fatal que cuente hombres como carreras en las medias. Una vez quise ser una mujer y le dieron el papel a otra. Ahora, me asustan los hombres de zapatos brillantes. Con una copa, el mundo desaparece. Y desaparecen los hombres de zapatos brillantes. Yo no sé bailar. Por eso siempre me quedo en un rincón sosteniendo la copa. Soy la adolescente a la que nunca nadie quiso besar. Y ahora, de pronto, florecen bocas por las puertas. Pero yo sigo con los cordones desatados preguntando "¿Cuándo llegamos?". Los ojos se vuelven conspiradores y sensibles con su luz al tacto. Donde hubo un mapa de carreteras azules, hoy cercenas tu pecho, amazona. La gente se pone a jugar al escondite inglés y paran de contar enseguida. Hay que librarse uno mismo, no vale "por mí y por todos mis compañeros". El instinto es algo más que supervivencia. Un botón abierto puede entenderse como una invitación al balcón de tu intimidad. Nadie sabe cuál es el código exacto o las reglas del juego. De nada sirve lo que te enseñaron de niña, de nada sirve ya.

domingo, 7 de diciembre de 2008

FILOSOFÍAS DE UN ÚTERO CANSADO

(o que te maljodan, Sócrates)

1. La ciudad te perseguirá. (Cavafis).
No huyas de tu sombra alargada sobre los adoquines mal colocados. El asfalto te engulle como una Saturna Hambrienta que hunde tus pies en unas sibilinas arenas movedizas y convierte tu paso en trampa de ratones. Juraste huir y tan sólo alcanzaste tu jaula para pájaros muertos.
Tu viaje invita a la vuelta del derrotado, del que nunca partió, porque no desató las amarras y solamente chapoteó en una ciénaga conocida que las vueltas y revueltas querían teñir con el color de otros soles. Ella se te instaló en el esqueleto como un parásito agotador, como un insecto vampírico que hizo de tu sangre licor agrio de lo cotidiano. Por eso, cada sorbo tiene el sabor familiar del miedo que dan los calendarios y las mantas frías y húmedas en la noche. Tu lengua viaja más que tú detro dde mi boca , enredándose hasta lalcuha en quimeras que lamen rocas de sal, tejas teñidas con sangre de ballena, piedras calientes y saladas como extraños tesoros de una huída inútil. Mas no puedes combatir contra la bilis que te aprieta el estómago, la ceguera de las farolas a media noche ni los gatos negros que te hieren con ojos amarillos. Careciste de la fuerza de Atlas y en vez de con quistar el mundo, se te cayó encima.


CINZAS DA CIDADE.
Non fuxas da túa sombra alongada sobre os lastros mal empedrados. O asfalto engúlete coma unha Saturna esfameada que afoga os tues pés nunhas sibilinas areas movedizas e convirte a túa pegada nunha trampa de ratos. Xuraches fuxir e tan só acadaches a túa gaiola de paxaros mortos.
A túa viaxe errada convida á volta do derrotado, do que nunca partiu, porque non desatou as amarras e soamente chapuzou nas coñecidas augas suxas que voltas e reviravoltas esgorentaban por tinguir coa cor doutros soles.
Ela coallou no teu esquelete coma un parásito esgotador, coma un insecto vampírico que fixo do teu sangue licor agre do cotián. Cada grolo ten o gusto familiar do medo que dan os calendarios e as mantas frías e húmidas á noite.

A túa lingua viaxa máis cá ti dentro da miña boca, enleándose até a loita en quimeiras que lamben cons de sal, tellas tinguidas con sangue de balea,pedras quentes e salgadas como estraños tesouros dunha fuxida inútil.
Mais non podes combater coa bile que te esmola o estómago, a cegueira dos farois á media noite, nin os gatos negros que te firen con ollos amarelos.
Carecihes da forza de Atlas e, en troques de conquistar o mundo, caéuseche enriba.

lunes, 1 de diciembre de 2008

BODAS DE ORO EN RICK'S

Y ahora me encuentro aquí,
con los restos de sangre en las piernas
con la jodida noticia de que has vuelto.

¿Qué te trae de muerto
lo que no te trajo de vivo?
Yo sigo aquí,
con la misma gabardina.
Soy la chica de “El loro Azul”,
pero no me preguntes por nadie, ¿vale, muchacho?
Dijimos sin preguntas,
como le habrías dicho
a tantas “nenas impresionables”
necesitadas de un héroe.
A las que seducías con tu cara larga
y tu aspecto de tipo misterioso.

Yo he sobrevivido sin tí,
sin un visado para Lisboa,
sin viajar al país de Los Inoportunos.

Borracha, jugadora, contrabandista...
Nada que no hicieras tú en tu café americain
Te vendiste al paseo de las estrellas
y preferiste una vida “tranquila”,
con una chica mona
que no les escupía a los tahúres. (Una Guerra hace daño, mein lieber)
Claudicaste, perdedor.

Renau murió en extrañas condiciones...
¿Extrañas? ¡Ja! Un marido cabreado.
Tú hubieras muerto también
de manera extraña,
pero sin ese romanticismo,
que te atribuía el capitán.

Ya sabíamos todos que Sam
no sabía tocar al piano
más que aquella maldita canción.
Por eso se desacompasaba
de la orquesta y la moviola;

Como tú,
que dejaste dos vidas
y una viuda no reconocida
en
compás
de espera. Lucía Fraga.