lunes, 23 de noviembre de 2009

SIMPLEMENTE, NADA

Como siempre, hace frío en esta habitación. La habitación azul, por la que sueño que vendrá Peter Pan a trasladarme a "Nunca Jamás" para olvidarlo todo. La memoria es selectiva, pero tengo las heridas en carne viva y aún no puedo hacer desaparecer el dolor de mi mente.
Siento como si de pronto se me hubieran echado los treinta años encima y he roto a llorar como una niña, porque eso es lo que soy: una "niña perdida". Me he tirado en la cama y he dejado que el rimmel se corriera y viniese ese sagrado sabor salado a mi boca. No sé por qué me he puesto a llorar, tal vez sea que he nacido para la tristeza. Ya no me importa "el qué dirán" ni la opinión de la gente. Yo soy la dueña y señora de este cuarto azul donde las pequeñas cosas adquieren dimensiones extraordinarias. Entre humo y jazz, recuerdo su cara, copa tras copa. Casi un enólogo. Lo echo de menos, aunque es una tontería tratar de amarle. Ya he perdido dos trenes y éste tiene pinta de no parar en mi estación.
Hoy es uno de esos días que recuerdas a todos tus novios, amantes y demás cabrones, por eso necesito una copa, aunque en casa de mis padres no hay alcohol. Estaría bien un Bayleis para ir calentando motores. Medio mundo muere y yo sigo aquí a la espera del milagro. Vaso cuadrado con mucho hielo. He reparado que hay una cierta tensión sexual entre mi médico y yo. "Tensión sexual", nunca creí que escribiría estupidez semejante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario