viernes, 16 de abril de 2010

DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

De nada me sirve ya rezar. Mis pecados me han condenado. No existe la salvación y yo, aquí, acurrucada tejo oraciones extrañas en una lengua y un credo que me es ajeno. Dios se ha ido con la Conferencia Episcopal y se ha olvidado de los que tenemos los pies llenos de arena de tanto buscar en el desierto. De qué me sirve rezar. El vino se ha vuelto agrio y la hiedra oculta Santiago. Corté mis cabellos como ofrenda y nadie vino a recogerlos. Planté semillas de esperanza en la tierra estéril y nada germinó. Escribo como una beata enferma de melancolía y nadie sabe que por las noches bebo largos vasos de whisky en los que perderme para recobrar una risa histérica que se funde con "Porgy & Bess" y yo me diluye como el hielo en la copa buscando noches más alegres. De qué me sirve rezar. Me robó la inocencia un golpe de viento y mis ilusiones quedaron empapadas como papel en un charco. ¿En qué oficina se reclama la inocencia robada? He crecido sin mis "pensamientos alegres" y, sin embargo, he volado de horror. El miedo te dispara como una bala al aire, pero nadie te prepara para la caída. De qué me sirve rezar, si Dios está echando una partida de pócker con el diablo y sabe que va a ganar esta mano. Me pregunto qué se apuestan: ¿mi vida?, ¿mi alma?, ¿mi muerte? Lo que no saben es que yo juego al pócker con la muerte y voy perdiendo todas las cartas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario