martes, 8 de marzo de 2011

EL BALCÓN



Yo vivía en Erenestinenstrasse fünf, en el barrio turco,
Al otro lado del fiordo, al otro lado de la civilización.
Tuve que mentir para que me alquilasen aquel estudio.
A una mujer joven y soltera no estaban dispuestos
a que la mataran por un par de euros.
Me inventé una pareja, unos ingresos y una vida,
Mientras me dejaba la piel en la Universidad de Kiel.

Desde mi balcón pedía deseos a la luna cada noche,
Mientras en pijama y bata fuma Gauloises y bebía café solo.
El invierno nocturno parecía eterno en el país de Taine.
Nieve hasta las rodillas, agua contra las gafas.
Buses apestando a una humanidad despavorida de frío
Que mezclaba sus alientos de ajo y cerveza.

El verano llegó como un niño salvaje,
Y se disparó mi cuenta de débito.
“ Die Leserin” regalaba un bikini minúsculo
que no dudé en probar en las playas de Ernestinenstrasse, fünf.
Entre la ropa tendida, colgué mi cuerpo de veinte años
Al tiempo que extendía con “ritual parsimonia” la crema protectora
Y comía trozos de melón y fresas que me pasaba por los brazos.

La fruta mojada, que hacía refrescar mi cuerpo,
Le daba un brillo lujurioso a mi piel, al tiempo
Que escupía rabitos de fresa hacia el parque de los árboles bávaros.
Yo, declaradamente obscena, disminuía mi bikini
Ante las miradas atónitas de los vecinos
Que, con la excusa de fumar, salían a ver a la extranjera.
¡Qué de fantasías sexuales sin yo saber qué hacer!

Las vecinas me miraban mal en la escalera.
Ellos saludaban con gran galantería a la “Jung Frau”.
En el balcón me desnuda lentamente como en una actuación,
Deteniéndome, a veces, a recoger la ropa tendida,
Para acumular en mis vecinos más testorena y libido.
Luego, colgaba mi ropa en la barandilla e iba, poco a poco,
Mermando el tamaño de mis vestiduras.

Hasta que decidí tomar el sol de espaldas desnuda.
Ni una palabra, ni una sola nota salía de ninguna radio.
Me quedé dormida boca abajo y me sorprendió la noche.
El suelo del balcón estaba cuajado de flores.
Me levanté entre narcisos, geráneos y rosas.
Al día siguiente en mi puerta lucía: “¡PUTE!
Yo contesté “Möchsten sie schreiben “Puta”?

Y esa tarde me acosté boca arriba. (Lucía Fraga)

1 comentario:

  1. Creo que este poema ya lo leí antes. Solo quería decirte que me encanta.

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