sábado, 23 de abril de 2011

NO HAY NADA


No hay nada. Sólo ese silencio que precede a las tragedias.
Yo dibujo niños ahorcados a los tres años.
No hay nada. Sólo silencio.
¿Acaso se le puede pedir algo a la vida?
Sólo que nos dejen en paz camino del último día.

No hay nada. Sólo silencio.
El silencio de los mataderos.
El silencio de los velatorios de cuerpo presente.
La ruina del yo contra el otro en un mutismo revelador
de que realmente no hay vida más allá de los cordones de nuestros zapatos.

Somos soledades compartidas
que tienden a intoxicarse de un yo
que no es más que el reflejo de un muerto en el espejo,
porque ya hemos sido,
ya no somos
y el juego de alteridad
no es más que otra necesidad del hombre
para sentirse menos solo.

No hay nada. Sólo silencio.
Alteridad,
asesinos del ego
en el buen nombre del otro
que creemos que nos ocupa.

Figura sobre fondo.
Animales furibundos en busca
de una carne ajena que devorar.
No hay nada. Sólo silencio.
La commedia è finita.
Que los bailarines se quiten sus máscaras
y clavemos un cuchillo en nuestro brazo...

Veremos cómo la sangre no ha de ser de Otro.

Lucía (de) Fraga.

jueves, 14 de abril de 2011

OLIMPO DE HORMIGÓN


En mi mente revolotean mariposas de vidrio,
Mientras alguien llora en el Olimpo esta noche.
Quizá algún dios haya perdido los favores de Venus.
Yo sacrificaré una pareja de palomas blancas en su nombre.
Ha llegado la hora del adiós.

Apolo y Dafne follan sobre un raído colchón
En una casa ocupa donde Zeus viola a Leda.
El ávido cisne ha desflorado a la doncella,
Entre jeringuillas y condones usados.
Ha llegado la hora.

Que despierte Baco y nos embriague con su vino
De viñas dulces que se venden en tetra-bricks baratos.
El suelo está cubierto de sangre en este Olimpo de hormigón y miseria.
“Sangre de la alianza, nueva y eterna” que
unge nuestros pechos de héroes de papel.

El cielo se cubre con un gesto violento del “amontonador de nubes”.
Ya nadie canta en el Templo de los Dioses.
Ya nadie bebe néctar.
Sólo se bebe la sangre del enemigo
Y se revuelve en las basuras en busca de ambrosía.

Ha llegado la hora del adiós a los dioses.

Lucía (de) Fraga.

lunes, 11 de abril de 2011

ESPEJOS CÓNCAVOS



He ido a mirarme en los espejos del callejón del Gato.
Están donde comienza mi cuarto de baño.
Nunca me ha gustado la carnicería,
Ni las vacas descuartizadas del mercado.
Y resulta que hoy me encuentro con que me reflejo en una.

Formas de mujer, geometría del sexo triangular.
Exceso en forma humana por un ojo miópico y miserable.
Yo adoraba el sexo de los ángeles
Y la escuálida figura que me devolvía una replicante.
Ahora no soy más que un montón de carne.

Malditos sean los reflejos censurables.
Maldita sea mi carne de hembra rotunda.
Yo adoraba el sexo de los ángeles
Y a la diminuta mujer con que el tiempo se ha ensañado.
¿Dónde está mi desnudez líquida y angélica?

El gran ojo del hombre, contempla a la mujer de anchas caderas.
Reflejo irreverente de la mujer que fui.
Realidad deforme y deformada.
Máscara obscena del alma encorsetada.
Maldito sea la retina de curvatura cóncava.

Lucía (de) Fraga.

jueves, 7 de abril de 2011

QUE YA NO ESTÁS


Dejaste una nota de despedida sobre
El imán de los zuecos holandeses.
Allí en la nevera.
Borraste toda huella de ti
Y te llevaste todo lo que me habías dado:
La alegría, el amor,
algunos libros robados y mis cedés de Charlie Parker.

Desde que te has ido, todos los días parecen lunes.
El tedio del domingo lo guardo con mi ginebra
Con la que ahora hago piruetas suicidas con una sola mano.
Cada noche es de domingo y alcohol;
El resto de la semana, de bebidas espirituosas
Y todos los días de malditos llantos y porqués.

Cerraste la puerta de un golpe que ha agrietado
Las paredes del salón y las galerías de mi alma.
Ahora ya sólo soy una vieja con un triste gato de porcelana.
¿Por qué me arrancaste las manos aquella noche?
Ya todo tiene respuesta: amor de suela gastada y otra carne fresca.
Y te llevaste todo lo que me habías dado:
El coñazo y tus gayumbos de hortera.

martes, 5 de abril de 2011

ALAS ROTAS


La luz trémula de la cocina parpadea bajo mi cabeza.
Lío en silencio pitillos y echo un trago de Oporto,
Mientras recuerdo los días en los que fui mujer.
Fumar me evade del silencio angustioso de esta madrugada insomne.

El arte de amar no es más que un título vacío.

Me perderé para siempre dentro de mis copas invisibles
Y mi carne se tornará de color púrpura en este desierto de hormigón.
Me desvisto con la parsimonia de una actriz consagrada
En un dormitorio vacío que huele a sábanas frías.

El arte de morir es un noble pasatiempo.

Duermo entre alcohol y tabaco negro cerca de tu orilla.
Allí donde mis piernas se han vestido de otoño,
Porque nunca he sentido en mi piel el calor añejo
De las noches de amor en vela.

El arte de matar es el secreto de las flores más bellas.

Me desperezo entre un mundo de hojalata y minuteros acelerados.
Sólo me mantienen derecha mis dos piernas embarradas
Por la lujuria del tiempo que pasa a nuestro lado
Como un borracho en una tasca de vecinos malintencionados.

El arte de vivir me es ajeno como el vuelo de la cucaracha.

Me quedaré aquí. Mirándote de frente.
Mis ojos serán tus ojos y mi corazón, un juguete de plástico.
Serás el niño que conduce el coche al garaje de Playmobil
Hasta encerrar mis entrañas en el más profundo agujero.
El arte de volar es designio de dioses y héroes
Y a mí, hace tiempo, me han roto las alas.

lunes, 4 de abril de 2011

REPOSA, POETA.


(Humilde homenaje a José Luis Zúñiga que nos ha dejado).

No recuerdo quién dijo que
“hay un lugar que da al corazón reposo”.
Mientras tú te has cerrado como al final de un libro,
Yo sigo buscando el reposo y el lugar
En esta habitación que no conoce el sol.

“Hay un lugar que da al corazón reposo”.
Allí, allí donde tus alas se han posado en silencioso lecho.
Porque hoy gritan por ti los elementos
Y dispersan a los cuatros vientos
Tus palabras de Poeta.

Hay un lugar donde siempre luce el sol
Y tu sueño es el sueño que jamás pudimos imaginar.
Entre frescas hojas verdes y estilizados jazmines,
Dormita tu alma divina,
Mas yo sigo buscando el sosiego.

Desesclavizado del cuerpo y la carcasa humana,
Descansas entre los cantos de aves trovadoras
Y evangelizas la tierra con tu Verbo de Poeta
Que hoy se derrama con el torso abatido.
Pero yo ya sé dónde estás...

En aquel “lugar que da al corazón reposo”.

Lucía Fraga.

sábado, 2 de abril de 2011

EL GRITO DE LOS LIRIOS


He encendido una vela.
Dame, Dios Mío, el descanso eterno.
He visto sangrar un campo de amapolas
Y su espeso fluido rojo me ha manchado el alma
Con un grito de los lirios.

El campo es un vasto cementerio de voces.
Niños, callad, que el Padre ha hablado.
Dios no me dará una litera en el cielo
Ni viajaré en tren-hotel al Paraíso.
Yo he escuchado el grito de los lirios.

Como una mujer que se desnuda ante una ventana,
Mi cuerpo se viste de noche en la arena.
La arena de Pedro.
Las mareas de Simón.
El río del Bautista.

He encendido una vela
Para que la muerte me encuentre,
Vencida y desnuda como la primera vez.
Esta noche los lirios gritan mi nombre
Y no me dejan dormir con sus voces de piel.

Atrás han quedado los muertos.
Sólo vivimos del pan de estar vivos:
Seres humanos, animales y flores.
Aunque se marchite mi voz,
Ten por seguro que gritarán los lirios.

Lucía Fraga.