lunes, 30 de mayo de 2011

LAS PERLAS


Las perlas son para las buenas chicas.
Mi madre las llevaba el día de su boda.
Yo me deshice de ellas en una casa de empeño.
Necesitaba un puñado de dólares para hacerme pasar por una señora.
Ahora, pronto vendrán a por mí.

Nunca he sido la hija soñada ni la señorita perfecta.
Nadie me ha sujetado la frente mientras vomitaba en mis noches de alcohol.
Perdí la inocencia como quien pierde un guante;
Él era un magnate y yo una niña de trece años con hambre.
Ahora, sólo me quedan cuatro putos cigarrillos.

Mi padre tuvo la suerte de morir.
Yo la de escaparme de un colegio de monjas
Y buscarme la vida entre cama y cama.
Mamá, no lo hubiera soportado.
Ahora, sus perlas cuelgan del cuello de cualquier virgen afortunada.

No tuve elección.
El hambre es una mala compañera
Y el dinero fácil, cómodo y confortable,
Aunque no puedas soportar las náuseas de las manos que te tocan.
Ahora, tengo las mías ensangrentadas.

Pronto vendrán a por mí.
Las perlas son para las buenas chicas.

Lucía de Fraga.

PROBLEMAS DE SALUD

Queridos amigos:
Debido a graves problemas de salud, el funcionamiento del blog no se reanudará hasta la semana que viene.
Gracias por vuestra fidelidad.
L. de Fraga.

viernes, 20 de mayo de 2011

CARNE DESCARNADA



He visto mi cuerpo perdido entre otros cuerpos.
Fruto de libélulas y alimento de pájaros de ojos negros de alfiler.
Lo he visto envejecer y sangrar desolado.
Sus ojos son los ojos del ocaso.
Mi cuerpo es ya pasto de los gusanos.

Mi carne, tan blanca como las palomas,
Se ha vuelto parda y pútrida.
¿Dónde han escondido la juventud perdida?
Yo ya no sé cuál es su nombre,
Perdida y sola en mi sufrimiento.

He visto el pecho arrugado de una anciana.
El pecho seco y estéril de una madre muerta.
Perderé todos los hijos que no he tenido,
Porque mi vientre es agujero para cucarachas y saltamontes.
He perdido para siempre el fruto bendito.

Lucía de Fraga.

viernes, 6 de mayo de 2011

INOCENTE


Me declaro inocente.
Nunca supe de las normas del amor
Ni fui consciente de sus trampas
Con las que un asesino a sueldo
Me destripó hasta hacerme perder el conocimiento.
Por eso, hoy, alzo las palmas de mis manos en esta tarde de hastío y pena.

Me declaro inocente.
Nunca besé tus labios ni me deshice entre tus piernas.
Pero tú, pájaro rebelde y feroz, me envenenaste
Con tu exótico canto.
Por eso hoy mi rostro se cubre de amargura.

Me declaro inocente.
No llamé a tu puerta, porque la inquina se cuela por las rendijas
Más remotas de nuestros desamparados sentimiento.
No quise, entonces, esperarte,
Porque habías ahogado con tus propias mis manos mi carne viva.

Me declaro inocente de los cargos que se me acusan.
Yo no regué con lágrimas tus malditas ventanas,
Mientras hacías girar el tambor del revólver
Que contenía la bala fatal.
Ahora, entre pólvora y pedazos de alma,
Puedo declararme víctima del amor.

Lucía de Fraga.

ABANDONADA


Me siento en un rincón oscuro
A fumar y a contemplar el paso absurdo del tiempo.
No me reconozco en este papel de víctima del amor,
Porque el amor es un terreno que siempre me ha sido vedado.
Contigo llegó la gran promesa y el gran batacazo.

No me quedan lágrimas, sólo gritos ahogados en mi almohada.
Me has sableado como haría un ladrón a una dama despistada.
Y lo cierto es que llevaré tu nombre hasta mi muerte,
Porque has grabado a fuego en mis carnes tu triste silencio.
No quiero que la vida siga en esta noria estúpida.

Me queda el recuerdo de lo que fuiste algún día;
Algún día que las flechas del amor me hirieron de muerte.
Quédate con tus palabras bonitas y con tus mentiras,
Que yo seguiré en la vida y en la muerte,
Tan sola como un perro abandonado.

Lucía de Fraga.

miércoles, 4 de mayo de 2011

DAME UNA SOLA PALABRA (A todos vosotros con cariño que sois mi alimento)


Dime una sola palabra que evite la locura.
Algo con lo que no me corte las muñecas,
Mientras leo las cartas funestas del futuro.
Algo que no me mate sólo con su perfume.

Estoy en un rincón oscuro con las piernas meadas,
Porque tengo miedo, porque soy humana,
Porque algo hay que me trae el olor familiar de las sábanas frías
Y debajo sé que se esconde el cuerpo de las noches celebradas.

Dime una sola palabra contra la angustia,
Que me paraliza los miembros y hiela mi sangre
Como virutas de hielo que se me clavan en la carne.
Dime que todo esto no es más que un mal sueño.

Se ha ido la luz y mi corazón y mis sienes palpitan fuertemente.
Desde aquí, desde la oscuridad, mis temores se multiplican
Y tengo que agarrarme a la mesa para no caer por un abismo
Hecho de llanto, de carcajadas histéricas, de miedo y de sangre.

Dime una sola palabra para que no abandone este mundo.
Dame flores recién cortadas y luces en todas las ventanas y todos los amaneceres.
Dame la paz que no quiere asistir a mi cabeza
Y la nostalgia del tiempo que no fue más que pasa-tiempo.

Estoy aquí, sentada en la cocina, fumando un cigarrillo,
En la prisión de todas las tinieblas,
Fruto abortado de las miserias,
Pero todavía puedo mantenerme en pie,
Porque estamos a tiempo de que me des una palabra.