sábado, 4 de junio de 2011

PUTA INOCENCIA



No sé cómo contártelo, madre.
Aquella noche había bebido un par de copas.
No pasó nada de importancia
O que merezca la pena ser contado.

A la mañana siguiente,
Tenía el finiquito encima de mi mesa.
Así que salí a celebrarlo entre lágrimas al mismo bar.
Tenía tres mil dólares y una carrera en la media.
Necesitaba que papá me abrazara.

Pasé la tarde-noche bebiendo ginebra y escuchando discos.
Una moneda, un disco.
A las once de la noche apareció aquel hombre de zapatos brillantes.
Yo ya estaba borracha y como en una feria,
Vendía besos a dos dólares.

No me dijo su nombre, a mí tampoco me importaba.
Éramos dos extraños jugando a ser niños.
Le dije que le vendería un beso por dos dólares
Y me contestó que qué estaba dispuesta a dar por cien.
No sé cómo contártelo, madre.

El mármol está frío y las flores marchitas.
Padre se marchó a un pueblo de Kansas y desapareció.
Yo quise mantener limpio nuestro nombre
Y me rompí el lomo trabajando como secretaria
Y llevando una casa bonita con olor a narcisos.

No sé qué fue de los tres mil dólares.
Sólo sé que me desperté con sangre entre las piernas.
Me arranqué de un tirón tus perlas y me eché a llorar.
El tipo se había ido.
Y yo estaba desnuda.

Lucía de Fraga.

3 comentarios:

  1. Seco y brutal como Bukowski. Quizá ya te lo hayan dicho o yo, te lo haya dicho alguna vez.
    Pero me encanta esta forma de escribir y necesito decírselo a quien lo puede hacer tan bien.

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  2. la perfección de la aridez emocional...
    abrazo!,
    Vara

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  3. El tipo se había ido y tú estabas desnuda. Se palpa la desidia. Saludos

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