miércoles, 25 de enero de 2012

NO TE PUEDO DETENER

Es absurdo que cosa una red
o que clave chinchetas en las ventanas.
No hay nada que te retenga.
Si hubo algún contrato,
yo me olvidé de firmar.

No sirve de nada el amor
cuando circula por la cuerda floja.
Supongo que tuvimos tiempo suficiente
para amar, odiar y necesitarnos.
Ahora, déjame con mis remordimientos.

No te puedo detener,
pero tengo grabado en el alma
vuestro gesto hermoso con mi vida.
Abre la puerta y no digas nada.
Márchate con el mismo silencio que un día te trajo.

Lucía de Fraga.

lunes, 23 de enero de 2012

MALDITA SEA MI ALMA

Me quedo dormida sobre estas cartas viejas
que se han arrugado por culpa de las lágrimas.
Dejo caer mis ojos en profundos borrones de tinta,
que me dicen una y otra vez
que no estás y eres de otra.

Maldita sea mi alma, siempre pecadora.
Soy la mujer malvada que ha creado tu fantasía.
Esa que corre envuelta en seda morada
y abre todas las puertas de la casa como una loca
para encontrar camas vacías y restos de un amor lejano.

Si alguna vez me quisiste, no estuve atenta.
Quizá mi alma y mi cuerpo estaban separados.
La vista puesta en el camino absurdo,
los labios cerrados por pudor o por silencio.
Sólo sé que ahora quiero que me mates.

No me caben más pecados en el puño,
por eso te ruego que acabes ya conmigo y
termine esta tragedia de heroínas amargas.
¿Por qué te empeñaste en hacer carne tu deseo,
si sólo soy una imagen a través de tu cristal?


Ya puedo condenarme por encender tus ojos,
por romper lazos sagrados
e invocar tu nombre cada noche frente al mar.
Maldita sea mi alma,
pero recuerda que tú le diste forma.

Tú me soñaste, tú me diste nombre.
Tú me hiciste mártir y pecadora.
Me envolviste en tus sábanas de cielo.
Recuerda mi nombre antes de dormir:
Soy la mujer que un día creaste.

Lucía de Fraga.






Lucía de Fraga.

¿DÓNDE ESTOY Y QUIÉN SOY?

Me despierto entre lágrimas
sin saber muy bien en qué cama estoy.
No sé si soy una fulana
o una monja recluída en su celda.
Sólo siento que día a día muero un poco más.

De ser una zorra de alto-standing,
me pasearía en coche oscuro hacia el Holiday Inn.
Me forraría de lencería de gata nocturna,
reiría con los labios de rouge rodeada de "caballeros"
e impresa, en mi copa de Moët & Chandon, certificaría mi boca.

Si acaso, fuere Dios quien me llamare,
mutilaría mi cuerpo por no alimentar el pecado.
Cambiaría mi anatomía nocturna,
por carne de Santa e Inmaculada Perfección.
Libre, al fin, de los terrores humanos.

Pero ni soy una puta ni una monja.
Sólo soy esa maqueta inacabada de Dios;
esa mujer encerrada entre cuatro paredes;
esa belleza que se agota en sí misma cada día
y, nostálgicamente, se hunde en la tierra del olvido.

Lucía de Fraga.

sábado, 14 de enero de 2012

LUNA DE SANGRE

("Luna de Sangre" es un poema-encargo para un proyecto con el poeta J. M. Vara sobre el miedo y la locura)

Me tapas los ojos, me cierras la boca.
Estoy atada de pies y manos,
víctima de tu locura, de mis pasiones primitivas.
Sólo siento la única humedad de esta cloaca
y a ti, en silencio, que respiras en mi cuello.

Deseo morir cada noche,
deseo que me mates antes de rendirme.
Que venga tu aullido de lobo y la luna se tiña de sangre,
pero no me dejes sola ni un momento más
que mi carne está sedienta y mi alma ausente.

La luna de sangre contempla el destino
que sólo unos cuerpos han de fijar.
Me da igual que me lleve el demonio,
que me condenen por todas las ventanas,
si el último beso nos arrastra a los dos.

L. de Fraga.

lunes, 9 de enero de 2012

POR QUÉ TE PREGUNTO

Ya sé todo lo que tengo que saber.
Pero no sé por qué te vuelvo a preguntar.
La vida me ha enseñado a apretar las mandíbulas,
siempre ahí,  al borde del andén,
cuando los trenes pasan demasiado cerca.

Lo que la vida se empeña en ocultar,
se muestra en ti con toda su crudeza.
Sólo soy lo que ves:
una extraña fugitiva con los ojos perdidos,
que busca la razón entre los locos.

Ya no sé nada por mucho que pregunte.
Nos separan todos los continentes
por mucho que intentemos volver al mar.
El mar donde un día fui sal y
tú callada caricia de viento.

¿Qué fue de ese tiempo salvaje que vivimos?

L. de Fraga.











jueves, 5 de enero de 2012

NUNCA SUPE BAILAR

En el servicio de señoritas retumbaba el reclamo.
Unas perfilaban sus labios carnosos,
otras, unas pocas, no sabíamos hacer sonreír
a los caballeros escondidos al otro lado del espejo.
Sólamente veíamos desfilar parejas accidentales.

La mano sujeta la copa aguada.
Te dejas cegar por las luces brillantes:
¿Eres una urraca o una mujer?
Zapatos de tacón torcidos, besos clausurados.
Sueños de princesa que caducan.

Nadie coge tu mano.
Nadie ciñe tu cintura.
¿Qué más me da?
Si, al fin y al cabo,
yo no sé bailar.

Adolecencia en trozos de comic,
juventud recortada de revistas viejas.
Hay chicas guapas y chicas feas.
¿Qué  importaba?
si nunca he sabido bailar.

L. de Fraga.