viernes, 27 de abril de 2012

PALABRAS. TAN SÓLO PALABRAS.

En una ocasión me amó un hombre.
Tan sólo fueron palabras en íntima confesión.
Yo era demasiado joven y escéptica,
él me doblaba la edad en perfectas matemáticas.
Aquellas palabras se las arrancó del pecho
y no supe reconocer sus auténticos latidos.

Palabras. Tan sólo fueron palabras.
Palabras en íntima confesión.

Supongo que creí más en su pasión
que en su propia verdad.
Entonces yo estaba sorda y ciega,
dispuesta a desconfiar de todos los hombres,
cansada de ser La Mujer Prohibida.

Ahora me río de mi propia desgracia:
Las palabras son más que fonética y ortografía.
La íntima confesión es una ofrenda humana
digna de un Dios sin dogmas en el que, a veces,
la estupidez no nos deja creer.

Cerré mucho tiempo los ojos...
Demasiado tiempo para lo que dura una vida.
Palabras. Tan sólo fueron palabras.
Palabras en íntima confesión...
Desperté cuando ya no quedaban ofrendas parlantes.

Lucía de Fraga.

martes, 24 de abril de 2012

ACTUALIZACIÓN DEL BLOG EN BREVE

Parece que la Primavera viene dispuesta a ponernos enfermas a determinadas personas. Supongo que si estuviéramos en siglo XIX me recomendarían ir al campo y baños en el mar. Me imagino que sería una señorita de estrecha cintura, con la piel todavía más blanca y una sombrilla con la que hacer morse a Sherlock Holmes.
En cuanto me sea posible, me volveré a poner a trabajar en mi blog.
Besos a todos.
Lucía de Fraga (o Margarita Gautier a punto de espicharla de tuberculosis)

martes, 10 de abril de 2012

NO TENGAS MIEDO


Sola en tu caverna de sombras
el fuego aviva las llamaradas del terror.
Las lenguas de fuego que te deslumbran
contienen pequeños demonios obscenos
que se ríen de ti, mientras danzan y fornican.


No te dejes cegar por los diablos danzantes
y clava tus ojos en ellos con alfileres mortales.
El fuego no es más que uno de los cuatro elementos.
Tú serás el quinto:
el Éter del mundo supralunar que los Dioses respiran.

Continúa con tus ojos conjurados en la hoguera.
Uno a uno caerán los serafines del infierno
y los oirás gritar cuando se deshagan
igual que la cera de un simple muñeco
con la piel despegada y sus pupilas secas.

Te has liberado, Mujer,
con tu Imperio forjado con esos ojos ultraterrenos.
Has vencido al Miedo,
sola, como siempre,
con una Mirada que hizo temblar el Infierno.

Lucía de Fraga.

jueves, 5 de abril de 2012

ALGUIEN EN LA OSCURIDAD

Alguien  embiste contra el cuerpo
de una mujer descalabrada.
Está prácticamente inconsciente;
sólo puede experimentar cómo se diluye
su mente a través del vértigo de un  túnel sin final.

Como una muñeca desarticulada,
de miembros muertos y ojos espantados,
Él hace y deshace sobre su ser:
no siente el tacto morboso sobre sus pechos,
ni el calor de las babas sucias que la cubren.

Está absolutamente perdida en la ceguera.
Siente zumbidos en el interior de su tímpano,
pero su mente sigue cayendo hasta la eternidad.
Su cuerpo es un cadáver automático
sobre el que se mezclan el sudor y el semen.

Ella sigue perdida entre unas sábanas feroces
que sólo desean pasear lascivamente
por las esquinas más pudorosas de su ser.
Es un combate perdido contra piel viva,
animal, penetrante y salvaje.

No despertarás jamás de tu pesadilla.
Aunque recobres la razón,
siempre sentirás
ese calor nauseabundo y húmedo
del que nada ni nadie te puede librar.

Lucía de Fraga

domingo, 1 de abril de 2012

EL PRIMER DÍA EN EL MUNDO

A tu lado, me siento de cristal, tan frágil como un lirio y, de nuevo, vuelvo a ser aquella niña pura e inocente.
Sólo pido ver las cosas con los mismos ojos que miran por primera vez el Mundo.
L. de Fraga.





Nada es casual esta noche:
las copas, el champagne, la ropa por el suelo
y un baile erótico en la música de Miles.
No quiero simple sexo,  tan sólo hazme el amor.

Me han utilizado como a un trozo de carne muerta,
así que no te asustes si tiemblo en esta ocasión.
Bésame los párpados con sumo cuidado,
y busca entre mis rizos las caricias que desconozco.

He sido para algunos -auténticos necrófilos-
un cadáver sobre el que vaciar sus ansias caníbales.
Por eso, esta noche, quiero que me abraces
para cerrar los ojos y soñar con toda tu ternura.

No te extrañes, si tiemblo.
Ten paciencia si dudo o no sé qué hacer.
Necesito juntar tu piel con la mía
y ahondar en ese que será nuestro único cuerpo.

Jamás me había sentido tan desnuda.
Lo confieso:
Estoy tan desnuda
que hoy me siento renacer
con el primer llanto de La Vida.

Lucía de Fraga.