jueves, 24 de julio de 2014

SINFONÍA DE MUTUO ACUERDO ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)


SINFONÍA DE MUTUO ACUERDO 
("Las esferas celestes", Polibea, 2014)

(Primer movimiento "ad libitum")

ANOCHECÍA tu cuerpo que ya no era tu cuerpo,
en un delicioso sueño en el que habíamos dejado de ser
dos desconocidos con ganas de olvidar.
Sólo la noche era capaz de escuchar nuestros latidos
y nos deshicimos por un momento del infierno.

Al principio nos comportamos como dos adultos cuerdos,
pero habitaba en nosotros un intenso dolor que nos
reclamaba.
yo ya no tenía nada que perder y tú... quién sabe,
si un hogar, la soledad o, simplemente, el miedo.

Así que empezamos a anochecer.
nos secamos las lágrimas con nuestros propios cuerpos,
abrazados tan fuertemente que nada ni nadie podía
despegarnos.

Mi sonrisa avergonzada incendió la noche
y tú me devolviste al primer día de mi vida.
Allí no había nadie, tan sólo un cuerpo con dos almas.
Por un instante el mundo entero desapareció
y se fueron tras él demonios y fantasmas.



(Segundo movimiento "bisbigliando in crescendo")

ANOCHECÍA entre tus brazos y tus besos callados.
ya no teníamos adónde ir y por fin el tiempo se agotaba.
no podíamos decir “Adiós” a una vida que nunca
conocimos.

Contuve la respiración.
El dolor físico dura tan sólo un momento.
Lo que nunca se cura es el dolor del alma.
nos agarramos fuertemente de la mano.

Anochecía.
Anochecía un vals infinito entre la luna y los espejos.
Languidecíamos.
Favor por favor.

Silencio súbito tras el sonido escalofriante de un
quebrar de huesos.
Favor por favor.
Me precipité sobre ti según lo pactado.

Yo veía estrellas. Tú aún no me habías dado alcance.
Me cerraste los ojos y me cubriste con la sábana.
Te parecí todavía más hermosa.
Vinieron más estrellas. Tú también las veías.

Lucía de Fraga.

viernes, 18 de julio de 2014

OLIMPO DE HORMIGÓN ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)


OLIMPO DE HORMIGÓN
Al novelista y amigo José Vicente Pascual,
gran conocedor de la Vida
SÓLO las mariposas más crueles revolotean por aquí.
Alguien llora escondido en el Olimpo esta noche.
Quizá algún dios desafortunado ha perdido los favores de Venus.
Sacrificaré en su nombre una pareja de palomas blancas.

En breve desaparecerán las carcajadas obscenas
de todos cuantos celebraban la cómica lujuria
enredada del burlado e incompleto esposo de la Fragua.
Apolo y Dafne follan sobre un raído colchón
en una casa okupa donde Zeus se cepilla a Leda.

El ávido cisne que a la doncella más virtuosa
ha desgarrado su translúcido himen de mártir.
Entre condones usados, jeringuillas rotas y venas
quemadas, “él” sólo responde a las metamorfosis
que adoptan en cualquier forma animal sus instintos
genitalizados.

Pero que despierte Baco y nos embriague con su vino
de viñas agrias en tetra-bricks baratos de venta en
bazares chinos y licorerías clandestinas de callejón sucio.
Divino sabor el de las lágrimas mezcladas con la derrota.

El suelo se cubre de sangre en este Olimpo de
hormigón y miseria.
“Sangre de la Alianza, nueva y Eterna” que unge
nuestros pechos de héroes de papel: no hay nada más que Mito y Logos.

El cielo se cubre con un gesto violento
del airado Griego “Amontonador de nubes”.
ya nadie retoza entre los rosados brazos de la Aurora.
ya nadie canta en el Templo de los dioses.

Nadie acerca ya el néctar a sus labios.
Sólo se bebe la sangre del enemigo y se revuelve
en las basuras en busca de Ambrosía.

De los dioses sólo permanecerán sus pedestales de mármol.

Lucía de Fraga.

domingo, 13 de julio de 2014

LA HIJA DE ATLAS ("Nostalgia del acero", Follas Novas, 1996)


SOY TÚ

A veces me meto las manos en los bolsillos
Y camino como un gran señor,
Pero me duele tanto la espalda
Que ni Atlas podría llevar semejante carga.

Busco unos zapatos que caminen por mi,
Un mapa que me indique dónde estoy
Y una dirección a la izquierda para volver a casa.

Me pesan todas las generaciones,
Las pasadas y las que están por venir
¿Qué es el honor?-me pregunta mi hija pequeña.
El honor no es un apellido,
No está en un escudo de armas oxidado,
En almas que se venden a la galería.

Hay noches que no puedo dormir.
La vida ha multiplicado por cinco
Mis preocupaciones,
Por más que he cumplido a rajatabla
Como padre, como marido, como hombre.

¿Qué se me ha devuelto de tantos desvelos?
Todos son malos pagadores, porque olvidan.
Yo, que tuve fuerza para levantarlos a todos,
Que fui el abanderado de todas las causas perdidas,
Ahora soy la causa por la que nadie quiere perder.

Y salgo de esa piel dolorida,
Después de tanto sufrir en silencio.


¿De qué nos ha servido?


Ser un gran señor

ya no es prerrogativa de nada.

Lucía de Fraga.

martes, 8 de julio de 2014

PRÓFUGOS

PRÓFUGOS



¿POR qué huisteis aquel día? o ¿fue de noche?
ni siquiera la peste os habría llevado tan lejos.
Una vez compartimos un mismo Credo,
una misma religión que no entendía de dioses,

sino de hombres, de una Tierra nueva, del Universo.
Todos éramos estrellas en un mismo cielo
y comíamos el pan con el que nos enjugábamos
unos a otros las lágrimas fuera cual fuera su signo.

hinqué de rodillas con los brazos en Cruz
y permanecí inmóvil con los ojos clavados en el Sol.
Se laceró mi carne y mis manos lloraron enrojecidas.
Cuando me quise levantar, mis piernas no respondieron.

Me precipité sobre la tierra húmeda de mi propia fosa.
Tuve que reptar con los ojos cauterizados entre cadáveres
que no dejaban de gritar entre risas histéricas vuestros
nombres.

Alguien me dejó en una cuneta y todavía sigo ahí.
Siento cómo me devoran los gusanos blancos
de un acordeón de piel humana que se descompone
entre octavas disonantes y carne pútrida.

Dejad, al menos, que suene su lamento elástico
y esta Voz que ya no podréis callar:
La mía.

Lucía de Fraga ("Las esferas celestes", Polibea, 2014)
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