jueves, 14 de agosto de 2014

CUANDO NORMA JEANE SOÑABA

CUANDO NORMA JEANE SOÑABA

La pequeña Norma fue olvidada en un orfanato.
Los domingos en la iglesia deseaba desnudarse
antes los feligreses que dormitaban el sermón,
en aquel pueblo de paletos y manos lujuriosas
donde el silencio del castigo forjó la leyenda.


Norma Jeane, no olvides tu secreto,
pero sigue siendo niña aunque embarren tu inocencia.
Quítate el viejo uniforme descolorido
y pasea tu belleza sin tapujos,
aunque sólo sea delante de un trozo de espejo.

Norma Jeane, no olvides tu secreto,
aunque el mal ya está hecho para siempre.
Sueña con ser lo que quieras ser,
aunque esté prohibido y no te dejen huir.
Te lo quitarán todo. Todo, menos tus sueños.

Norma Jeane, escápate de este mundo obsceno
y olvídate de aquellos muchachos que te rodeaban
el mismo día que te pusiste un raquítico jersey prestado.
Vive como quieras, pero mantén intacta tu inocencia.
Norman Jeane, no dejes nunca de soñar

Pequeña, grita hasta que se te escuche
y revientes los tímpanos que te ignoran.
Ten felices sueños en esa casa bonita que será tu hogar.
Dios no tendrá en cuenta tus pecados,
sólo tu virtud.

Divina Marilyn, ya puedes quitarte la careta.
Ya puedes dejar de sonreír sin ganas,
de ir con el asco sobre la piel de cama en cama.
No tendrás pesadillas nunca más.
Duerme y reposa, niña perdida.

Al final todos los demonios son exterminados.


Lucía de Fraga.

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