jueves, 27 de mayo de 2010

GAVEAU

GAVEAU (Paris)

Nunca gostei dos raquíticos pianos ingleses de parede,
porque eu tiña o meu lugar a carón das pernas do meu pai
trala caixa máxica do Gaveau, no París de Nunca Xamáis.

Souben da lingua dos homes nun mencer demasiado cedo,
mais a miña boca precisaba das sonorosas cordas daquel piano
que noutros séculos tivera dous candeeiros
e non dous buratos tupidos con anacos de madeira
por onde os meus dedos pequenos comezaban a soñar
con Tristesse, Romanza sen Palabras e Soño de Amor.

Quixéronnos estragar:
mancáronnos andazos de caruncho,
mestres de Conservas Oficiais.
Non eramos bonitas.
Pero tiñamos ímpetu.
Non estudabamos ó xeito que compría.
Porque tiñamos espírito.

O Gaveau perdeu unha octava en afinación.
Eu rematara con obras superiores ó meu grao.

Pero as doutoras Guillotin non perdoan:
cortáronme as mans,
por non ser princesa de Sangue Mistol.

Esa noite tinxíronse de azul todas as “Pezas Fáciles Para Piano”
E puiden ver en vellos daguerrotipos a voar como cirros
sobre o sangue dunha Conklin Cushom esfolada no corenta
todas as mans que pasaran polo marfil e o negro castrado.

Vin o mestre Lago a carón do seu amigo Gayarre no Covent Garden.
A súa barba e o reloxio a marcar de seguido as posicións da lúa.
A tía Amparo ría e cantaba un Nadal a súa panxoliña.
O avó acompañaba ó meu pai –un cativo de pernas longas- ó violín.
E papá: “Levanta unha perna pichuleta, levanta unha perna pichulá”,
Pichuleta apoiada á pata do Gaveau, erguía a perna co Eterno Chupete na boca .

Achegueime as escuras, toca e cega, ó ventre do gran París a durmir:

“Busco as miñas mans perdidas na cidade. As mans que me arrincaron o día que decidín que máis nunca as precisaría nun mundo de mutilados. Fervéronme os ollos de tanto fender o sol. Fixen dos meus ouvidos insignia da xordeira, diante dos imbéciles do mundo que latricaban coma profetas farisaicos do mañá, do futuro, da “LIBERDADE”. Deixei que a xenreira de multitudes apodrecidas esnaquizaran os meus ósos e negueime a falar como protesta. Agora sigo na procura do que é meu; busco as miñas mans onde as deixáchedes: nos baldes do lixo. Eu -Raíña das samesugas e Virxe das mazás podres, que xorden dun edén, leprosería cheirenta,- pelexo coas ratas famentas, remexo nos urinarios públicos, nalgún que outro bolso de vella tola taxidermista e, sobre todo, procúraos debaixo das pedras, das que nacen arrepiadas cascudas, formigas e vermes. Eles saben amar a miña carne de mans cortadas, beben das miñas veas coma da auga fresca dun río e, aínda que me esnaquizan por cada trabada, alo menos, dánlle alimento ós seus fillos, irmáns meus tamén na cegueira”

Teño o sangre vermello,
aínda que teño pais,
só Son Filla das Miñas Obras.
Almas –se as tedes-, feitas con anacos de “Galería”,
Renuncio a vosa “ALTA SUCIEDADE” devaluada.
Non serei digna de nada.

Mais devolvédeme o que é meu:

Coñecedes o meu enderezo,
Vivo dentro da caixa dun Gaveau.
Desculpade se non vos abro,

ARRINCÁRONME AS MANS,
Un bo día que hoxe coma sempre
non tiven pase na “Alta Suciedade”.

domingo, 23 de mayo de 2010

LA ÚLTIMA CONDENA

Necesito darme reposo,
Acallar los alaridos
Que salen de las bocas incendiadas
De mi cerebro.
No quiero ver más niños muertos.
No más cuerpos languideciendo entre mis brazos.
Ni un solo suspiro más
para decir adiós
Y dejar la puerta entornada.

Jamás seré una buena madre.
Por mucho que busque al hijo
que se me ha perdido.
Desconozco el pecado.
Estará descalzo y solo,
Caminando por la orilla trágica
de algún río.

Arráncame de una vez esta piel de virgen mutilada.
Haz crecer latidos en la carne abierta.
Absuélveme de este cuerpo inútil
Que no engendra más que muerte.

Desnuda,
Comiendo la sal del mar a puñados,
Con la ceguera de la carcajada histérica,
Mastico tierra, barro y cadáver que tanto amé
Para devolver al niño a su primera cuna.
Desafío a Dios y a todos los Infiernos,
Alzo mi mano ensangrentada contra todos
Con la promesa firme de daros muerte,
Aunque ésta sea mi última condena.

jueves, 20 de mayo de 2010

ANIVERSARIO EN DACHAU

Dijimos "sin preguntas",
aunque ahora hasta daría un euro-dólar
por tus pensamientos en negro.

Tal vez, te tenga que sacar
la moneda de debajo de la boca
para saber qué piensa un muerto
y, así, dejarte en esta orilla,
condenándote conmigo
sin blanca para pagarle al barquero.

Aquel día los alemanes iban de gris
y tú llevabas esta misma gabardina
con la que limpio las gotas de whisky
en la msima mesa
donde nos dijimos "bis morgen, Liebe".

Víctor e Ilsa pasaron a la Historia.
A la Historia de los libros, los diarios,
los homenajes y los sellos.
Tú y yo quedamos sellados,
como cada uno de los latigazos
que dejó la garra de Dachau
en mi espalda.

"Yo corría sobre el camino del campo,
hecho con las lápidas de los Horowitz,
como por el teclado de un viejo pianista
de octava en octava mal percutida.

El ángel de la muerte me había desnudado.
Marcó con una estilográfica Sheaffer Wasp
los puntos de intervención:
La falsa judía era demasiado resistente,
demasiado lívida y demasiado rubia:
HABÍA QUE INOCULARLE LA SEMILLA DE UN ARIO"

sábado, 15 de mayo de 2010

BODAS DE ORO EN RICK'S

Y ahora me encuentro aquí,
con los restos de sangre en las piernas
con la jodida noticia de que has vuelto.

¿Qué te trae de muerto
lo que no te trajo de vivo?
Yo sigo aquí,
con la misma gabardina.
Soy la chica de "El Loro Azul",
pero no me preguntes por nadie, ¿vale muchacho?
Dijimos "sin preguntas",
como le habrías dicho
a tantas nenas impresionables
necesitadas de un héroe,
a las que seducías con tu cara larga
y tu aspecto de tipo misterioso.

Yo he sobrevivido sin tí,
sin un visado para Lisboa,
sin viajar al país de Los Inoportunos.

Borracha, jugadora, contrabandista...
Nada que no hicieras tú en tu café americain.
Te vendiste al paseo de las estrellas
y preferiste una vida "tranquila",
con una chica mona
que no les escupía a los tahúres.
(Una guerra hace daño, mein Lieber)
Claudicaste, perdedor.

Renau murió en condiciones extrañas
¿Extrañas? ¡Ja! Un marido cabreado.
Tú hubieras muerto también
de manera extraña,
pero sin ese romanticismo
que te atribuía el Capitán.

Ya sabíamos todos que Sam
no sabía tocar al piano
más que aquella maldita canción.
Por eso se desacompasaba
sa la orquesta y la moviola;

Como tú,
que dejaste dos vidas y una viuda no reconocida
en compás de
espera.

viernes, 14 de mayo de 2010

NOCH EINMAL

Me vuelvo a asomar por la ventana
con un pitillo en la mano,
rompiendo la promesa
que la cianosis y los pulmones abotargados
me habían hecho jurar
una mala noche de germanías.
El brazo moribundo y tatuado
por un mapa de cortes rituales
era la señal para que Herr Arzt
encontrara a la extrajera semimuerta,
diluida ya en un sueño Camino de Santa Fe.

Pero ahora, al otro lado de la casa,
no encuentro ni siquiera el rostro
de una madre llorosa,
sino la neurótica búsqueda
de una salvación que nunca llega.
La lluvia me rebautiza para devolverme
mi maldita identidad cristiana
que no borrará de la frente
la marca a fuego del árbol delos cainitas.

Nadie puede dar la absolución
a los suicidas ni a los muertos
que estamos fuera del Campo Santo
y hacemos bonitos juguetes
con cuchillas, cuerdas, trozos robados
de tela putrefacta y encaje o fino raso, terciopelo y
brillantes remaches de madera podrida
para los niños durmientes de las cajitas blancas.
Aún les queda tiempo para jugar,
mucho tiempo.
El que no tuvieron: Toda la eternidad.

Las hélices de los aviones.
El viento que hace cantar al coro trágico;
de árboles, postes eléctricos,
carteles que se golpean contra
las vallas publicitarias
sólo tienen un anuncio para las hijas de Caín:

“No encontrarás tu cara, más que en las marcas del agua y nunca te reconocerás”

Y habló Yahvé desde el Seol, sentado en el escaño
de los días venideros a la desmemoriada:
“Dies Irrae, Dies illa: Quantus tremur est futurus

No se puede desafiar a Dios, ni tratar de atravesar tantos ríos:
Ahora, sin saberlo, has iniciado tu tránsito por el Leteo” Amén.

Lucía Fraga

miércoles, 12 de mayo de 2010

MAÑANA ES UN DÍA MENOS

Aunque no te lo diga,
Sabes que hay noches que vuelvo a casa
Oliendo a alcohol.
No me quieres dar un beso,
Porque llevo puesto
El perfume de los fracasados
Y eso te recuerda
Que conmigo,
También perdiste.

De qué sirve que te busque la cara,
Si no me vas a hacer ninguna pregunta
Antes de dormir.
Mañana ya no será otro día,
Sino uno menos
En esta convivencia absurda
De una familia que apenas se conoce.

¿Sirve de algo decirte que bebo sola,
que tu hija pequeña es una borracha?
No, no cierres los ojos
Ni muevas la cabeza.
Nada de eso es verdad,
Tranquilo.
Pero qué pasaría si mañana
Apareciese en un soportal de María Pita
Sin un zapato y con el rímel corrido.

Nada.
Para entonces,
me habré asegurado
De que los dos
estemos muertos.

domingo, 9 de mayo de 2010

EL GOCE DEL DOLOR II

A KEBRAN

2. LA REEDUCACIÓN DE LAS SENSACIONES.
No he tenido madre, aunque supongo que ella sí tuvo un padre para mí. Desconozco el amor como desconozco el odio, pero me consuelo con la indiferencia y el mecanismo repetitivo de los días. No tengo sentimientos, sólo sensaciones y reconozco que el asco preside todas mis reacciones humanas. Una sensación jamás se puede conjurar o guardar como una flor marchita entre las páginas de un libro, porque “yo” ya no soy la misma cuando regreso al estado de la percepción. Los recuerdos de las sensaciones son más falaces que los de los sentimientos, porque lo sensible es etéreo, carece de arquetipos. En cambio, hasta para el amor hay emblemas o recetas mágicas. Se engañan; un sentimiento es un consuelo; una mera intelectuación de lo efímero para no sentir que morimos cada día, con cada sentido. La caricia de hoy, tal vez, sea la bofetada del mañana o el beso o el mordisco sangriento al que alguien quiso poner el vago título de pasión. Los sentidos nos reconcilian con nuestra animalidad, los sentimientos nos educan y nos convierten “milagrosamente” en esas bestias llamadas racionales.
Dios se avergonzó de su criatura e hizo de su mundo un reformatorio para instintos.

3. LA NADA ME DELIMITA, ME COMTIENE.
No soy Fernando ni Soares, pero algo me dice que un cordón umbilical invisible nos une, porque a través de él me llega esa náusea universal e íntima que se inicia en una taza de café cualquier mañana. Figura sobre fondo, aunque nada tenga sabor, porque cómo se puede reconocer una imagen que no tiene límites, ni contornos, ni perfiles. La nada se contiene en mí como yo me contengo en ella. Sin olor, sin sabor, sin tacto...sin nada.
Presiento sus pasos de alma en pena a mis espaldas cuando salgo a pasear por las afueras del infierno. Me doy la vuelta, pero no hay nadie. Recorro los cementerios buscando una tumba familiar con su nombre y solamente salgo con la derrota de un niño que ha llegado tarde a su cumpleaños. Me invaden nuestras soledades compartidas, quimeras de un petulante que olvidó – o quiso olvidar-las reglas de la ficción. Mi asco y el tuyo se unen y me doblan como una patada en el estómago que me deja sin respiración. Nadie pregunta por el cuerpo que se queda tirado en la calle, porque no lo ven, porque, ciertamente, no hay nada.

4. NO HEREDERÁS LA TIERRA.
He sido muchos. Tantos, que a veces mezclo manos de verdugo en cuerpos de ajusticiados. Del príncipe guardo el aristocratismo de ser el mejor en nada por nada, como de la lombriz –existe el hombre-lombriz, no lo dudéis- el deseo de arrastrarme por la tierra para ser devorado por un pájaro de redondos y carnívoros ojos negros. Pero, ante todo, he sido –soy- un hombre muerto que no ha dejado de soñarse más allá de las puertas de los inertes. Mi “yo” y mi “otro”, hermano desaparecido, llevamos vidas temporalmente paralelas y nos reunimos en el ocaso del espacio sintético y común de vivos y muertos; pedazos de ruina mórbida, por la que tantos vivos transitan sin saberlo en comunión con cadáveres que esperan un taxi que cogieron hace veinte años en esta misma esquina.
El frío familiar de la muerte se me ha vuelto un nuevo sentido más allá del tacto y más próximo al olfato. Ese olor sabe a oxigeno dos veces inspirado, robado, compartido, aunque más bien, devuelto -incluso,me atrevería a decir- vomitado.
A veces caminamos por calles paralelas, sin saber cuál de los dos es la sombra del vivo. En este espacio el sol ya no sirve para crear contrastes sin luz, sino que todo se vuelve una analgésica atmósfera de reiteración. “Esto ya lo he vivido”. Cuántas veces y cuántas mentiras: “esto ya lo han vivido por mí, pero antes que yo”. Ovillo de existencias que carece de extremos.
LUCÍA FRAGA