martes, 31 de agosto de 2010

LA PARADA DE LOS MONSTRUOS


Recuerdo mi llegada como
un primer día de colegio macabro.
Me metieron en una habitación vigilada,
Pero antes,
Me desnudaron y palparon mis heridas
Delante de un guardia de seguridad
Que daba la espalda.

Me dejaron sola
Y yo me senté en el suelo en posición fetal.
Me lo prohibieron.
Pero yo me acunaba en la cama
Con las sábanas del sergas
Y volvía al útero de mi madre.

Por la mañana,
Un desfile de mujeres desnudas
En las duchas sucias y llenas de esponjas enjabonadas,
Me recordaban a las vacas en el matadero.

“Yo soy Dios y Lucifer”.
“Yo me follé a mi madre”.
“A mí me llaman para que salga por la ventana”
“¿Crees que soy atractiva?” –y apareció desnuda en mi habitación
cubierta de pelos en las piernas e ingles
y un vientre de matrona romana con el pecho caído.

Las enfermeras, ineficaces papagayos inquisitivos:
“Que corra el aire, Señores”.
Esquizofrénico recuperado, yo, su musa de la fotografía.
Partidas de ajedrez que eran nuestra forma de hacer el amor.
Sólo en la sala de fumadores, nos cogíamos la mano.
Pero se marchó,
Como se marcha el verano hecho un niño salvaje.
Apenas nos pudimos despedir.

Pero dejó una rosa en un vaso de agua en mi habitación
Y yo sentí cómo latía el corte de mi cuello,
Porque, aunque nos lo juramos,
No nos veríamos nunca más.

Yo, su musa de la fotografía.

domingo, 29 de agosto de 2010

LLEGAS TARDE, AMOR


Llegas tarde, amor, la fiesta ha terminado.
Aunque sólo me veas con las bragas, las ligas y las medias,
No pienses que voy a jugar contigo una nueva partida
De “romanos y sabinas”.
¿Qué importa qué ha pasado?
No pusimos reglas y yo no soy tu amor en exclusiva.

“Que has llegado tarde y yo estaba hambrienta”
De pie y frente a frente, te digo lo que pasa,
Con mis hermosos pechos mirándote a la cara,
Como reflectores de campo, que escrutan en tus ojos
Mis pezones la pregunta de por qué están aún erectos.
Y tu pregunta esconde otra sobre el hombre que lo ha hecho.

No soy ni tu mujer, ni tu novia, ni tu hermana.
Y ni siquiera me has puesto un piso donde fornicar contigo.
No te extrañes, entonces, de llegar a mi casa y encontrarme
En sudores, caliente y aún medio excitada.
¿Creías que esperaría eternamente tuya calentándote la cama?
No me digas que me vista y que parezco una fulana.

Me cansé de esperar tus falsas promesas postcoitales:
Que ya estabas harto, que la ibas a dejar.
Lo que pasa es que mi coño de veinte años menos
Era lo que te gustaba de verdad, después
Llegar a casa y tener la comodidad de un hogar perfecto,
Aunque tu esposa se limitara a cocinar y abrir las piernas sin más.

Sírvase usted mismo, caballero, hay de todo en el mueble-bar.
Le vendrá bien una copa para templar los nervios.
Whisky doble con agua y sin hielo, creo recordar.
Aflójate la corbata y quítate los zapatos, porque te va a venir bien.
Brindemos por un último homenaje:
Aquí tienes mis bragas y su demanda de divorcio.

martes, 24 de agosto de 2010

EL OBJETIVO DESEADO


Como si de una máquina fotográfica se tratase
Abro y cierro mi objetivo.
Mis piernas disparan un fulgor de flash
A los mirones de este pobre café.

Fotos por las paredes, recuerdos del ayer,
Pero todo quieren ser atrapados
En mi daguerrotipo de piel húmeda y pelusa
Que desprende el aroma del que sólo es capaz una mujer.

Sentada con las piernas abiertas,
Paparazzis excintantes que instan a las manos sobre el sexo,
Se retratan contrabandistas, matones, tahúres, proxenetas
Y algún que otro buen hombre con ganas de meterla.

Mis anclas descaradas se abren para el mundo:
“La veis-Ahora no la veis”-ésa es mi consigna.
Con el mismo “clic” de una máquina fotográfica
Se dispara mi objetivo y la sed entre mis piernas.

Soy una pobre chica, a quien nunca nadie amó,
Por eso me consuelo con un vaso de whisky
Y sacándome las bragas para que por un minuto
Mi centro sea el de todas las miradas.
¡Sonría, Por Favor!

domingo, 22 de agosto de 2010

NO SOY DE ACERO INOXIDABLE


Aunque contonee mis caderas sinuosamente
Y se me pegue la lycra del vestido,
No soy de acero inoxidable.
Mientras en la oficina se espera mi llegada
-para ver el culo más famoso de la séptima planta-,
yo lloro dentro del retrete de un cafetucho,
porque me cansan los días y el Prozac.

Cuando a alguno se le caen los ojos en mi escote,
Se los devuelvo dentro de un folio estrujado
Con los dientes apretados y ganas de arrancarle los huevos.
No, no soy de acero inoxidable.
Y hay toda una vida debajo del cuerpo.
Porque vuelven los fantasmas y he vuelto a poner en el cuarto de baño
Un campo de batalla: cuchillas, toallas y agua caliente.

Pinto de rojo mi sonrisa infantil y estiro el paraíso
Hasta la séptima planta donde acaba mi vida.
El director de Recursos Humanos me llama a su despacho.
Me quiere poner de rodillas y no por echarme a la calle.
No, no soy de acero inoxidable.
Prefiero dar un salto por la ventana que “re-bajarme”.
Hoy me he zafado, mañana Dios dirá.

Leo el periódico y tomo un café: millones de muertos
Y el mundo gira igual, entonces, me pregunto:
“¿Qué importa una más?”
Hoy en el lavabo todos se podrán masturbar
E incluso manosearme los pechos aún calientes.
Inconsciente, tirada en el suelo.
No, no soy de acero inoxidable.

He desayunado café con tres cajas de Rohipnol.

jueves, 19 de agosto de 2010

UNA CONKLIN DESCARGADA


Apenas me reconozco.
¿Quién es esa mujer que se mira en un espejo?
Si no fui niña inocente, ni adolescente-Navokob,
¿Qué clase de mujer se mira con esa inútil dejadez?
No pedí la guerra, ni quise la paz,
Pisé con mis tacones poemas “Make Love, not War”.
Y no estuve en Casablanca en el momento ideal.

Mi rostro me conmueve con su llanto callado.
Lágrimas salpican el espejo donde no acabo de encontrarme.
Fui víctima y verdugo de la inseguridad social.
Y aún recuerdo las duchas de agua caliente después de disparar.
Cabellos mojados, toalla a la cintura y una “conklin”, edición limitada,
Por limpiar, con las manos teñidas de sangre en honor a Mark Twain.
Para poder matar hay que haber muerto muchas veces.

¿Qué reflejas, en este instante infinito, alma pecadora?
Yo no quería lucir aquellos zapatos de charol
Ni llevar un pedrusco en el anular más grande que un ojo.
Ni me vendí a la policía por un pasaporte a la frontera.
Por eso terminé colgada a una botella en el boulevard de las putas,
Que aunque nunca me confundieron con una,
Al menos comían caliente y dormían bajo techo.

Adoro esta cara que beso contra el frío de cristal “Identity Card”.
Atrás queda el morado de los cardenales y toda la puta curia
Que me estamparon en la cara por no ser una chivata.
Aprendí a coserme la boca, a labios partidos, a manos sudorosas
Buscando entre mis piernas y a olor ácido de sexo masculino.
Que nadie se atreva a apuntarme con el dedo por cargar una “conklin”
Y descargarla contra la tapa de los sesos de aquellos cabrones.

martes, 17 de agosto de 2010

NEGRA Y DE METAL


No puedo lucir azahar en la muñeca el día de mi boda
O, tal vez, puede que nunca me lleve al altar mi padre.
Yo nací para doncella hasta el matrimonio,
Pero una noche de copas se me rompieron todos los cristales.
Empecé con un gin-tonic y acabé frecuentando un frío motel
A veinte kilómetros de la ciudad y a un abismo de mi mente.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Puede ser que no fuera prudente vestirse de blanco en esta ocasión.
Aunque no tenga ya el himen de porcelana y por mi cuerpo
Hayan desfilado desde abogados a trapecistas dejando sus babas,
Siempre queda un deseo de ser la cenicienta antes de las doce.
No, no me casaré con un tipo que me saque del arroyo.
Perdí la inocencia cuando las otras niñas jugaban a la cuerda.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Yo me diluía como tinta en alcohol creciendo a bofetadas.
Y resultó que el amor era una quimera que se puede ofrecer
Al mejor postor con máster, sin estudios o con carrera.
Drástica gimnástica de golpes pélvicos y púbicos
Por los que te llaman “Puta” en la calle y te adoran
como a una Virgen en la cama.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Las noches histriónicas, histéricas, heladas se llenaban
De ansiolíticos, ginebra y saludos al cuadro de Don Gaspar Melchor de Jovellanos,
Que miraba con reproche
Las fotos familiares recortadas, vacías de mí,
Las colillas, la ropa sucia, las sábanas sudadas
De dos cuerpos que se encontraron.

De motel a Hotel, de Copa a Champagne,
De Señorita a Quientuquieras, cariño.

Mejor para todos que papá haya muerto.
Ya no llevaré velo para tapar ninguna desvergüenza.
Ni me sacará del arroyo ese tipo rico y viejo que dice que me quiere.
Ella fue tomando mi cuerpo y yo fui vendiendo mi alma.
Ésta es la última que chupo. Negra. De metal.
Todo esto quedará perdido.

Menos mal que después no tengo que limpiar.

lunes, 16 de agosto de 2010

VAMPIRESA DE AZUCARILLOS (A quien ya lo sabe)


“Vampiresa de azucarillos”-me llamaste entre cañas,
mientras yo me quería desenvolver de aquel patán de la marina,
que sólo quería follarme, aunque yo fuera un puto cadáver.
“Vampiresa de azucarillos”-brindando “pour la vie” al son
de la vieja canción de la francesa de voz desgarrada.

“Un guiño al universo”, una palabra enloquecida recién salvada
del saco de los versos muertos: tú, clarividente y gitano.
Una salve a los falócratas de camisas blancas y almidonadas,
Silencios rotos por gritos: él, agresivo y descerebrado.

“Vampiresa de azucarillos”, entre el rouge de mis labios
y la sed de tu boca. Nostalgia azucarada de sonrisas del ayer.
Tres tipos complicados en un triángulo nada amoroso:
Él rudo dios Marte buscando en mí a una exangüe Afrodita,
Tú, dios Pan, con tu flauta entre los taninos,
Yo, mortal mujer, fruto de rizos rojos y aroma a noche.

“Vampiresa de azucarillos” que la vida diera por sorber tu glucosa,
aquella velada entre armonía y desafinado de la mano de un cabrón
que se masturbaba a mi lado, mientras yo dormía o que me despertaba
tratando de sacarme los pantalones y diciendo: “tú sigue dormida”.

“Un guiño al universo” en unas ánforas de agua que cantan solas,
tal vez, tan sólo transformados en cerveza con el dulce amargor
de las últimas despedidas, de cuando no fuimos lo que quisimos y
en la boca queda sabor salado de lágrimas aún tiernas.